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Desde temprana hora, los creyentes del lugar conocido como Loma San Jerónimo rindieron culto al madero de la salvación de los católicos. Hubo rezo del rosario, desayuno, almuerzo, musiqueada y misa que se ofició en horas de la tarde.
Según la tradición, esta devoción surgió en el siglo II de nuestra era, cuando Santa Elena, emperatriz romana y santa de la Iglesia Católica y Ortodoxa, buscó y encontró la cruz en la que murió Jesús y de los otros que estuvieron con él.
Para saber cuál era la verdadera, la emperatriz mandó traer un difunto quien milagrosamente revivió, según la leyenda, al tocar la del Hijo de Dios.
Al encontrarla, dispuso la división del madero en tres partes: una fue enviada a Roma; otra a Jerusalén; y la última, a Constantinopla.
Un día, la que pertenecía a Jerusalén fue robada por los persas, pero fue devuelta por el emperador bizantino Constantino. Ese día histórico es el que se rememora como el día de la santa cruz.
En Paraguay, la tradición de adornar la cruz nace con los primeros jesuitas y franciscanos. Cuando el dictador Francia dispuso el cierre de los templos y conventos, los españoles fueron obligados a hacer sus calvarios de Semana Santa en el interior de sus casas. Con el tiempo, los creyentes trasladaron la adoración y la preparación del calvario para el 3 de mayo.