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La congestión de vehículos se agravó a partir del lunes último, luego de que los obreros de la empresa constructora Las Residentas, contratada por el Ministerio de Obras Públicas, cerrara la autopista para demoler el paso a desnivel ferroviario para permitir el montaje del nuevo viaducto de la avenida Ñu Guasu.
Los luqueños y aregüeños momentáneamente solo tienen dos alternativas para ir por la mañana a Asunción, mientras por la tarde se reduce a un solo camino para el regreso a sus casas. Los caminos habilitados son la ruta vieja Gral. Aquino, a través del Club Internacional de Tenis (CIT), y por la nueva avenida Ñu Guasu, bordeando la sede de la Conmebol.
A los que van al aeropuerto Silvio Pettirosi desde la capital del país recomiendan utilizar la Ruta Transchaco para ingresar o salir a esa estación, por Mariano Roque Alonso.
Haces algunas semanas, una frondosa comitiva del MOPC, encabezada por el ministro Ramón Jiménez Gaona, habilitó la avenida Ñu Guasu en doble sentido, teniendo en cuenta que en principio solo fue habilitado en forma provisoria el carril Luque-Asunción.
Sin embargo, en el MOPC no previeron el cierre de una semana de la autopista Silvio Pettirossi, y ahora los automovilistas que circulan por la avenida Ñu Guasu con destino a Luque, son obligados a retornar por Silvio Pettirossi hasta girar en la ruta Gral. Aquino (Tape tuja), para luego dirigirse a su ciudad.
Esa situación desencadena un caos vehicular estresante para llegar al microcentro de Luque. Es una odisea, dicen los conductores, que no solo afecta a los conductores que circulan por Ñu Guasu sino también a los que utilizan el trayecto alternativo por la zona del CIT.
El atasco de vehículos deriva en la impaciencia y reproches entre conductores que esperan ansiosos llegar a su destino. Los bocinazos y aglomeración son la constante en cada cruce.
Ante la poca cantidad de agentes de tránsito, muchos conductores optan por utilizar las banquinas o se ubican en doble fila para tratar de apurar su paso, pero eso provoca la reacción de los demás. “Es un suplicio a cualquier hora”, dijo el automovilista Luis Bobadilla.