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El primer libro de Carla entra en la categoría de ficción. Decía la autora: “‘Alma peregrina’ es el recorrido del alma en los diferentes viajes de sus vidas. Es la necesidad de comprender nuestra dinámica vital. De diferenciar lo efímero de lo eterno”. “‘Alma peregrina’ es la historia de almas redentoras que, al ejercer la filantropía, se salvan también ellas mismas”. Desde la distancia, en una misiva, el crítico literario José Vicente Peiró Barco, afirmaba: “Este debut literario no solo es prometedor, sino que la novela que hoy se presenta, recupera esa gran tradición paraguaya de la novela donde la mujer es protagonista y reivindica el ser dueña de sus actos. El ser dueña de su espacio y la necesidad de vivir con personalidad propia”. Apuntaba también: “Es obvio que el ambiente fantástico permite la licencia metafísica de sanar a una víctima del pasado y convertirla en un ser libre”.
Carla, hija de la escritora paraguaya Yula Riquelme (1942-2002), creció entre libros y hojas escritas. “Mi mamá escribía con pasión y disciplina. Recién de grande comprendí que muy pocas personas se dedicaban a escribir y que era poco común que en las casas se leyera habitualmente”, recuerda. Carla define su inicio en la escritura como algo que se dio de manera natural. Encontró además de los libros otro lugar donde soñar: sus propias historias. Escribe ficción, historias comunes o a veces fantásticas. La autora aclara que no tiene currículum en la literatura, solo un cuento ganador hace años en el concurso del Club Centenario.
De su vida familiar, resume: “Estuve casada, tengo 3 hijas grandes ya, de edad y de espíritu. Somos un buen equipo”.
–¿Qué valor tiene hoy la pluma femenina sudamericana?
–La pluma femenina ha tenido siempre el efecto de un imán sobre mí, me recuerda inmersa en el proceso de creación de los cuentos y novelas de mi mamá. Valoro profundamente la audacia de la mujer que escribe dando a conocer sus ideas, sus creencias y dejando en evidencia sus emociones en un mundo a veces cruel con la sensibilidad femenina. El valor de la pluma sudamericana es enorme, puesto que constituye una forma eficaz de clamar nuestras inquietudes e inconformidades con una sociedad que aún se encuentra dominada por estructuras patriarcales.
–¿Cómo te sentís lanzando un libro en un país con escasos lectores?
–Audaz, aunque si lo pienso detenidamente concluyo que no tenía opción. El libro es como un hijo que completa su gestación y tiene que nacer.
–¿Qué diría Yula de esta obra?
–No lo sé exactamente, pero me imagino que con la prudencia y la suavidad que le caracterizaba, me habría indicado mis muchos errores. Nunca la extraño tanto como cuando escribo. El legado de su escritura adquiere una relevancia suprema cuando me encuentro inspirada; entonces intento recordarla y la veo sentada frente a su computadora empapada de sus personajes, perdida en su mundo de letras. Recuerdo fácilmente su voz leyéndome sus historias y percibo la exaltación que experimentaba su alma al crear. Presumo que, de alguna manera, este es su mensaje.
–¿Qué buscás tocar en los lectores a través de temas como la metafísica?
–Me interesa la literatura que conduce a la reflexión. Valiéndome de historias ficticias, propongo situaciones que llevan a replantearnos valores, actitudes, creencias. Intento hacerlo desde una manera entretenida y no invasiva.
Nuestro déficit de lectura
“La literatura paraguaya está en desventaja con otras de Latinoamérica. Hemos tenido que afrontar dictaduras, guerras, hambrunas, lo que nos llevó a situar el libro en el sitial de los artículos de lujo. Lo mejor que puede sucederle a nuestra literatura es hacerla accesible, querible y necesaria a toda la población”, asegura la autora de “Alma peregrina”.
–¿Es tu sueño dedicarte exclusivamente a escribir?
–No creo poder hacerlo, escribir consume mucho tiempo y energías, y a mí también me gusta hacer otras cosas, como leer.
–¿Qué deseás para la cultura nacional?
–Es mi deseo que los paraguayos derribemos las barreras que nos impiden tomar un libro con la misma ilusión con la que iniciamos un romance, con el mismo interés con el que proyectamos un viaje o simplemente con la expectativa que nos produce sentarnos a ver una película en el cine. Me gustaría que en nuestro país se lea más. La literatura abre corazones y despeja mentes, afirma voluntades y define caracteres. La literatura sensibiliza y a la vez refuerza el espíritu.
lperalta@abc.com.py