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Los laicos B ernardo Figueredo, de la parroquia Ntra. Sra. del Rosario (Sajonia); José Gerardo Balbuena y Víctor Ramón Díaz, del santuario Ntra. Sra. del Rosario (Luque); Jacinto Yambay, de San Sebastián (F. de la Mora); Francisco Guerrero, de la parroquia Ntra. Sra. del Rosario (Lambaré); Ramón Federico Karabia, de la parroquia San Agustín (Loma Pytã); Alfredo Godoy, de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús (M. R. Alonso); Celio González, de Virgen del Carmen (Villa Elisa); Antonio Enz, de Virgen de Nazareth (Bº Nazareth); y Darío Núñez, de la Natividad de Santa María (Bº Santa María) recibieron ayer el orden del diaconado permanente, durante una ceremonia que tuvo lugar en la Catedral Metropolitana.
El acto estuvo presidido por el arzobispo metropolitano de Asunción, monseñor Pastor Cuquejo.
Con esta consagración, los diáconos están habilitados a impartir el bautismo y bendecir matrimonio.
Además pueden realizar la lectura del evangelio, llevar la comunión a los enfermos, presidir responso y bendecir los objetos de piedad.
Otras funciones son ayudar a los párrocos en las celebraciones, así como en la pastoral que se implementa en las parroquias.
Los mismos han tenido una larga preparación de siete años. Estudiaron en el instituto Teológico Pastoral Arquidiocesano, luego pasaron a la Escuela de Formación Permanente, dependiente del Departamento de Diaconado Permanente Arquidiocesano.
Centenares de fieles, entre ellos numerosos familiares como esposas e hijos participaron de la misa que tuvo lugar en el principal templo capitalino.
El diaconado, tercero en la jerarquía luego del obispo y el presbítero, tiene dos formas: están los casados que no llegan al sacerdocio, y los célibes que se preparan para ser presbíteros. En el caso de los permanentes, son ordenados solo con el consentimiento de sus esposas. Los mismos son considerados de mucha utilidad en las comunidades muy pobladas, donde los párrocos no pueden atender todas las necesidades espirituales de los parroquianos.
Emocionante
Un momento emotivo de la ceremonia de ayer fue cuando los familiares entregaron los ornamentos a los nuevos consagrados, al igual que la imposición de las manos, rito por el cual recibieron el orden sagrado. Al término del acto, fueron saludados por la multitud, que durante la ceremonia también aplaudió la decisión de los elegidos, quienes destinarán su tiempo para servir a la Iglesia, especialmente a los más necesitados.