Restricciones de la cuarentena agravan situación de menores institucionalizados

Ella tiene 16 años y hace seis que está en un hogar capitalino. Es el tercero que le alberga, pues está institucionalizada desde los cinco años. Por su edad y una enfermedad que padece, ella es parte del grupo considerado de adopción prioritaria, debido a la dificultad de conseguir padres adoptivos. Ahora, solo la cuarentena la separa de su futura familia.

El juez de la niñez y la adolescencia, Guillermo Trovato, examina un expediente con sus funcionarios, en uno de los casos urgentes tramitados durante la emergencia sanitaria.
El juez de la niñez y la adolescencia, Guillermo Trovato, examina un expediente con sus funcionarios, en uno de los casos urgentes tramitados durante la emergencia sanitaria.Archivo, ABC Color

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En total, estuvo en tres instituciones. La primera se cerró, la segunda redujo su población a niños de menor edad, situación que la llevó a ir a parar en el tercer hogar donde se encuentra hoy.

Esto ocurrió hace seis años y en el nuevo hogar, empezó a frecuentar el colegio de la zona, donde hizo amistad con una niña de su edad.

La afinidad se extendió a la familia. Cada vez que la mamá de la amiga llegaba al colegio, era recibida con un “hola tíaaa”, seguida de un fuerte abrazo.

El tiempo pasó, las actividades en común les unieron, los lazos se fortalecieron y hace unos meses ocurrió lo que podría llamarse un verdadero milagro.

La familia se encariñó con la niña y pidió su guarda e incluso manifestó su intención de adoptarla.

La etapa de la adaptación ya puede considerarse superada, pues cuando su hija biológica le preguntó “¿Por que no le adoptás?”, simplemente exteriorizó una idea que ya rondaba el pensamiento de todos los miembros de la familia.

Para el sistema, se trata de un caso de adopción prioritaria por “partida doble”, pues así califica el Centro de Adopción a aquellos chicos que integran niños y adolescentes de 6 a 17 años, con problemas de salud, con necesidades especiales y grupos de hermanos.

Esto se debe a la preferencia por bebés o niños de corta edad, expresada por la gran mayoría de los postulantes a padres adoptivos. Las condiciones que motivaron su institucionalización a los cinco años no se conocen porque poco o nada se sabe de su expediente.

En algún momento fue enviado al archivo de tribunales y ahí quedó, así como ella “vegetando” en los hogares.

La única referencia que tienen es la inscripción judicial, a partir de la cual se iniciaron los trámites. Así que la madre empezó a mover la maquinaria judicial el año pasado, tanto la defensora de la niñez y la adolescencia Laura Gauto como la jueza Graciela Fernández hicieron todo lo posible para agilizar el proceso.

La abogada Rocío Riquelme explicó que hicieron dos juicios, uno para la medida de abrigo y el pedido de guarda, que ingresó en noviembre del año pasado.

El 14 de mayo será su cumpleaños y en los planes de la familia estaba la intención de que pudiera festejar sus 17 años en su nuevo hogar.

La audiencia para la guarda estaba fijada para el 19 de marzo, coincidentemente día de San José, patrono de la familia. Todo parecía perfecto.

Sin embargo, la cuarentena sanitaria aplazó la audiencia y los planes. La Corte Suprema de Justicia dispuso que durante la cuarentena sanitaria los juzgados de la Niñez y la Adolescencia atiendan únicamente medidas cautelares de urgencia, maltrato, restituciones y venias para viajar necesariamente por cuestiones de salud.

De esa manera, la incertidumbre respecto a la continuidad del proceso instaló un paréntesis de angustiosa espera a esa historia que tiene todo para tener un final feliz.

Lo que cuenta la futura mamá

Lo que cuenta la futura mamá: “Ella tenía miedo, tenía agarrada a ella una mochila pequeña y una cartuchera, no soltaba y cuando tomamos ruta me dijo con miedo: “la tía te contó lo que tengo” Yo: sí: “Y que pensás, tía? Yo: “Yo, mamita, te amo; no sé por qué, pero desde que supe que te iba a retirar de ahí me diste la gran oportunidad de volver a ser madre”. “No me importa lo que tengas, vamos a seguir luchando con esto juntas. Y no quiero que llores, porque vas a ser mi hija, y mis hijas no son lloronas, le dije”. “Pero tiene la libertad mi hija para ser feliz, quiero que estudie, que vaya a la facu, quiero poder abrazarla todas las mañanas”.

rferre@bac.om.py

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