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Con más de 1,3 millones de votos, récord en la historia electoral de Costa Rica, Solís, un historiador y profesor universitario de 55 años, aplastó con un 78% contra 22% al exalcalde capitalino Johnny Araya, del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN).
Solís, que en su momento militó en las filas del PLN, se define como progresista, y lleva ahora al poder en Costa Rica por primera vez en más de medio siglo a una agrupación no tradicional, el Partido Acción Ciudadana (PAC), fundado hace 13 años para quebrar el bipartidismo formado por el PLN y otra fuerza política conservadora.
“Es la primera vez en 65 años que se rompe el monopolio de los partidos tradicionales. Se ha creado una nueva combinación de factores de poder”, declaró a la prensa.
El gobierno de la actual presidenta, Laura Chinchilla, sacudido por escándalos de corrupción, le hereda un país con un déficit fiscal del 6% y una deuda interna del 60% del PIB.
“No vamos a andar por las ramas”, dijo Solís ayer en rueda de prensa, al anunciar austeridad y una guerra “contundente” contra la corrupción.
Orgullosos de tener una de las democracias más antiguas de América Latina y altos niveles de salud y educación, los costarricenses resienten la corrupción estatal y malestar en el sector económico.
Para el analista Víctor Ramírez “el mayor desafío de Luis Guillermo es recuperar la confianza del costarricense en el Gobierno y el Estado”.
Solís promete reducir la pobreza, estancada en el 20% desde hace 20 años.
Pero el presidente electo, que asumirá el 8 de mayo para un periodo de cuatro años, deberá lidiar con un Congreso variopinto, fragmentado en unos cinco bloques y en el que será complicado alcanzar consensos.