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Ese poderoso ingenio óptico de la Agencia Espacial Europea (ESA) será lanzado a bordo de un cohete ruso Soyuz desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa, el próximo jueves a las 09:12 GMT (6:12 hora paraguaya) si no lo impide ninguna contingencia.
El GAIA orbitará alrededor del Sol a una distancia de 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, observará el cielo durante cinco años, y escudriñará hasta setenta veces cada una de las estrellas que analice.
Su objetivo es realizar un censo de unos 1.000 millones de estrellas, el uno por ciento de los astros de nuestra galaxia y determinar con una precisión extraordinaria el brillo, el color, la temperatura y la posición de cada una.
Al cabo de dos años, sus datos permitirán a los científicos elaborar un primer catálogo del cielo e indagar en el pasado, presente y futuro del rincón del Universo donde está alojado nuestro planeta.
Los científicos esperan detectar varios millares de exoplanetas, es decir, aquellos que orbitan alrededor de una estrella distinta al Sol, y decenas de miles de asteroides, además de enanas marrones, agujeros negros o nacimientos de estrellas.
GAIA es una “máquina de descubrimientos”, según lo describe la ESA, que con este satélite espera mejorar hasta cien veces las capacidades del Hipparcos, que estuvo en órbita entre 1989 y 1993.
Su capacidad de observación le permitirá ver objetos con un brillo 400.000 veces menor de lo que es capaz de detectar el ojo humano o advertir con nitidez un cabello a 1.000 kilómetros de distancia.
En sus cinco años de vida útil, el GAIA generará un ‘petabyte’ de datos, es decir, un millón de gigabytes o el equivalente a 200.000 DVD o a 2.000 años de música en escucha continua. Si se dedicara un segundo de cálculo a cada estrella, se tardarían 30 años en finalizar la operación.
Por eso, el Centro Espacial de Toulouse (Francia), en asociación con otros cinco centros europeos, tratarán esa vasta cantidad de información con una potencia de cálculo de 6 billones de operaciones por segundo.
La información de la débil señal del GAIA se recopilará a través de las más potentes estaciones de seguimiento en tierra de la ESA, las ‘radioantenas’ de 35 metros de diámetro de Cebreros (España) y New Norcia (Australia).
Todo ello servirá para “multiplicar por diez mil los conocimientos actuales sobre nuestra galaxia”, según el catedrático de la Universidad de Barcelona (UB) Jordi Torra, uno de los científicos de la misión.