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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, intentó ayer aplacar los recelos estadounidenses sobre los planes de defensa de sus socios europeos, asegurando que podrían contribuir a una de las demandas de Washington: un mayor reparto del gasto militar en la Alianza.
“Bien hecha, la iniciativa europea puede contribuir a un reparto más justo” de los gastos militares entre los 29 países de la Alianza, dijo Stoltenberg a su llegada a la reunión ministerial de dos días.
Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2016, Estados Unidos, principal contribuyente a la organización transatlántica nacida de los escombros de la Segunda Guerra Mundial, recrudeció su presión sobre sus aliados de la OTAN para que aumentaran al 2% del PIB nacional su gasto militar antes de 2024.
Ocho aliados podrían cumplir en 2018 el compromiso adquirido cuatro años antes en la cumbre de Gales y “al menos 15” en 2024, apuntó en una rueda de prensa posterior Stoltenberg.
La ofensiva de Turquía, segunda potencia militar de la OTAN, en el norte de Siria contra las fuerzas kurdas –aliadas de Washington– también fue objeto de discusión durante el primer día de reunión.
Algunos aliados, como Alemania, habían expresado su “gran preocupación” sobre esta operación turca que, para el secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson, debilita incluso la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico.
Turquía, que considera a las Unidades de Protección Popular kurdas (YPG) como ‘terroristas’, “expresó enérgicamente sus preocupaciones sobre la situación en el norte de Siria”, dijo Stoltenberg, quien instó a Ankara a actuar “de manera proporcionada” y reconoció sus “inquietudes en materia de seguridad”.