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Desde el 19 de junio, el régimen de Bachar al Asad y su aliado ruso llevan a cabo una campaña de bombardeos.
Moscú es el principal aliado de Asad y su poderío aéreo desde 2015 ha sido crucial para recapturar vastos territorios en Siria.
En su reconquista de territorios rebeldes en este país en guerra civil desde 2011, el régimen y Rusia recurren a menudo a la misma estrategia: bombardeo y aislamiento de los bastiones insurgentes, antes de negociar armisticios.
En virtud de estos acuerdos, los rebeldes que quieren permanecer en el lugar entregan las armas, y los que rehúsan vivir bajo el control del régimen son evacuados a zonas en poder de los insurgentes, en el norte del país.
“Al menos ocho localidades del este y el norte de (la provincia de) Deraa aceptaron acuerdos de ‘reconciliación’ (...)”, indicó el director del OSDH, Rami Abdel Rahman.
Tras la caída de las últimas localidades, las fuerzas del régimen controlan más de la mitad de la provincia de Deraa, frente al 30% antes del lanzamiento de la ofensiva, según el OSDH.
Importancia simbólica
Recuperar Deraa, cuna de la contestación contra Bashar al Asad en 2011, sería una victoria simbólica y estratégica para el régimen. Pero la mitad de la provincia, incluida parte de su capital, sigue en manos de los rebeldes, que no quieren abandonar el combate.
Jordania ya advirtió el martes por la noche que su país no podría acoger un nuevo flujo de refugiados.
En Jordania ya hay 650.000 refugiados sirios registrados por Naciones Unidas.
Israel evacuó a seis heridos sirios, cuatro de ellos menores, desplazados en el sur de Siria por la ofensiva militar gubernamental, para darles tratamiento médico en un hospital del norte del país, informó ayer el Ejército.