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Cuando el paciente, James Boysen, de 55 años, ingresó en el hospital hace unas dos semanas, sus órganos estaban fallando y la herida en la cabeza producto de la radiación a la que estuvo expuesto durante su tratamiento contra el cáncer, no cicatrizaba.
Se trataba de unos problemas que arrastraba desde hacía al menos cuatro años.
Boysen fue intervenido el pasado 22 de mayo, en una operación que duró unas 15 horas, en la que trabajaron medio centenar de profesionales y que le dio al paciente “una nueva oportunidad de vida”, en palabras del cirujano Jesse Selber, del MD Anderson Cancer Center, quien colideró el equipo de médicos.
El trasplante, considerado el primero en el mundo de estas características, consistió en injertar un nuevo hueso y piel en la cabeza del paciente, reconectando los vasos sanguíneos a través de un alfiler para mantener el flujo.
Según los médicos, ese era el único método para solucionar las múltiples dolencias que sufría el paciente. “Se trataba de una situación clínica única que creó la oportunidad de llevar a cabo este complejo trasplante”, dijo Selber, cuyo equipo del MD Anderson Cancer Center trabajó mano a mano con los cirujanos del Hospital de Houston.
Boysen, un programador de software residente en Austin, fue dado de alta el jueves, aunque está previsto que pase las próximas tres semanas en un centro de recuperación para pacientes que han pasado por cirugías complejas. El hombre desarrolló leiomiosacarma, un cáncer poco habitual que afecta al músculo liso o no voluntario, en su caso, al cuero cabelludo.