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En una silla de plástico en lo que antes era el salón de su casa y ahora se ha convertido en una losa de hormigón y un amasijo de hierros, este palestino de 57 años contempla Chajaya, su barrio en el este de Gaza. En un radio de unos cien metros, no hay más que piedras de las que asoman aquí y allá varios objetos.
Mohamed, de 18 años, se pasa el día buscando entre estos restos de una vida pasada para “alimentar a sus hermanos y hermanas”. Forma parte del 39% de los habitantes de Gaza que viven por debajo del umbral de la pobreza.
El joven llena su carreta para venderlo todo por “10 shekels”, poco más de dos euros, a un reciclador que lo usará para esquivar el bloqueo israelí que impide la entrada de material de construcción.
Hace un año estalló la guerra más larga y sangrienta de las tres que devastaron Gaza en los últimos seis años. En 50 días murieron 2.251 palestinos, entre ellos más de 500 niños, y 73 personas del lado israelí, casi todos soldados.
Después de esto, “la guerra es algo normal para nosotros”, afirma Yahya, de 20 años. “Sabemos que no tenemos futuro en un territorio exiguo y sobrepoblado donde nueve años de bloqueo acabaron con las exportaciones y crearon un ejército de desempleados”, señaló.
Esta guerra, asegura Robert Turner, encargado de las operaciones de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) en Gaza, desmolarizó a los habitantes, temerosos de que “la vida de sus hijos no sea mejor que la suya”.
Según un sondeo reciente, uno de cada dos gazatíes quiere emigrar. Un récord que ha desembocado en no pocas tragedias, ya que muchos han muerto en el mar Mediterráneo. Por tierra, las salidas desde el lado israelí son con cuentagotas y solo unos pocos lo consiguen por el paso de Rafah cuando Egipto acepta abrirlo.
A finales de agosto de 2014, cuando callaron las armas, el movimiento islamista Hamas, en el poder en Gaza, proclamó su “victoria”. Al mismo tiempo Israel aseguró haber cumplido con sus objetivos: destruir los túneles y detener el lanzamiento de cohetes.
“Es difícil hablar de ganacia”, afirma el politólogo Mujaimer Abu Saada. El único avance “es que ahora son conscientes de que no existe una solución militar y que habrá que sentarse a dialogar”, añade.
De hecho Israel y Hamas afirmaron “intercambiar ideas” sobre una tregua a largo plazo. Un anuncio que no es del agrado del Gobierno palestino en Ramala y ha provocado una crisis política.