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“También debemos determinar cuáles serían sus funciones, por ejemplo, en localidades remotas”, detalló el papa Francisco, concretizando un poco más el proyecto que lleva evocando varios años.
Muchos miembros de la Iglesia creen que, ante la falta de párrocos en numerosos países, habría que abrir una nueva vía: junto con los sacerdotes, que hacen voto de celibato en su ordenación, recomiendan ordenar a los “viri probati”, hombres casados que tengan tiempo a causa de su jubilación y que puedan demostrar un compromiso duradero con la Iglesia.
Los católicos que deseen ponerse al servicio de la Iglesia tendrían la posibilidad de hacerse diáconos, pero no curas.
En varias ocasiones, el Pontífice había afirmado que la prohibición de ordenar a hombres casados no era un punto de doctrina intangible.
Antes que él, Benedicto XVI afirmó que esto no constituía un dogma, como lo es, por ejemplo, la fe en la resurrección de Cristo.
En cambio, Francisco defendió que permitir elegir a los seminaristas entre ser célibe o no, no es “la solución” .