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La fauna endémica de la isla, compuesta por delicados marsupiales que se desplazan lentamente, pájaros cuyo hábitat no cesa de reducirse, roedores y pequeños mamíferos enfermos, es muy vulnerable a los incendios.
En 2009, el inmenso incendio que causó 173 muertos en el estado de Victoria (sur), acabó con un millón de animales salvajes, o sea el 90% de la población de la región afectada, según cálculos oficiales.
“Si hay lecciones a sacar de la historia, se puede pensar que la tasa de sobrevivencia de estos últimos incendios será muy, muy poca”, explicó la zoóloga Anna Felton.
Felton, miembro de la red de voluntarios WIRES, coordina las operaciones de búsqueda cerca de Springwood, en el estado de Nueva Gales del Sur (sureste), una localidad de las Montañas Azules a un centenar de kilómetros al oeste de Sídney.
Su “ambulancia” puede recibir unos cincuenta pequeños animales y está equipada para la atención de urgencia que permitirá tal vez mantener en vida un wombat quemado hasta llegar al consultorio veterinario.
Mientras pájaros como la cacatúa pudieron huir de las montañas antes de que ardieran, otras especies, entre ellas marsupiales que viven en tierra o suben a los árboles, tienen un instinto más rudimentario y movilidad limitada.
“Son especies que se encuentran aquí con heridas muy feas”, aseguró Felton.
Zarigüeyas, wallabies o phalangers voladores –una especie de zarigüeya planeadora– cuentan entre las víctimas de los incendios que devoran desde hace más de una semana montes y viviendas a lo largo de decenas de kilómetros, provocando una nube de humo y de ceniza de una densidad tal que en Sídney la noche llegó a mediodía.
“La mayor parte de los animales presenta quemaduras importantes, e incluso si pudimos llevar algunos al veterinario, el pronóstico general es bastante sombrío”, lamentó la zoóloga.
Los animales heridos están deshidratados y tienen trastornos respiratorios tras inhalar humos tóxicos.
Los que escapan son entregados a un veterinario y luego a una persona que lo cuidará, y que está autorizada para ello por WIRES: hay 2.000 en Nueva Gales del Sur. El animal estará en convalescencia con otros de la misma especie y serán liberados juntos.
Algunos habitantes de las Montañas Azules tomaron tiempo antes de huir para colocar pequeñas reservas de agua en el exterior, pensando en las criaturas salvajes que se aventuran a sus jardines.