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La matanza de 148 personas en un campus la semana pasada ha sumado presión sobre el presidente Uhuru Kenyatta para que detenga los frecuentes ataques del grupo somalí Al Shabab, alineado con Al Qaeda.
Mohamed aseguró que Kenia ya recibe apoyo en inteligencia, pero está detrás de ayuda adicional en el área de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR, por sus siglas en inglés).
“Ahora estamos buscando cualquier cosa que podamos necesitar y una de las áreas a mejorar es la de ISR, mejorar la capacidad, mejorar la recopilación y el equipamiento en inteligencia”, indicó la ministra en una entrevista.
El jueves pasado, milicianos armados de Al Shabab irrumpieron en el campus de Garissa, a unos 200 kilómetros de la frontera somalí.
Inicialmente, dispararon indiscriminadamente, pero más tarde separaron a los musulmanes de los cristianos, para matar solo a los segundos. El grupo musulmán radical ha matado a más de 400 personas en Kenia desde que Kenyatta subió al poder en abril de 2013.
Ayuda del FBI
En 2013, Estados Unidos envió a varios investigadores del FBI para ayudar a Kenia en las investigaciones en torno al atentado contra el centro comercial de Westgate, que acabó con 67 muertos tras un secuestro de casi cuatro días.
Mohamed sostuvo que Kenia está buscando modos de establecer más puestos fronterizos y mejorar la vigilancia en toda la frontera, un área donde aliados extranjeros podrían ayudar.
Kenia respondió al ataque de Garissa bombardeando dos campamentos de Al Shabab en Somalia, mientras Kenyatta pidió a la comunidad musulmana ayuda para erradicar la radicalización en el hogar, diciendo que los que planearon y financiaron el ataque estaban “profundamente arraigados” en la sociedad keniana.