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Nunca antes los jabalíes se habían sentido tan cómodos en Berlín, donde han llegado para quedarse.
Su comportamiento “ha evolucionado enormemente”, afirma. “Ya no son tan miedosos, a veces incluso se los ve durante el día”, mientras que normalmente prefieren las salidas nocturnas. “Se acercan a los humanos, se dejan ver en los parques”, explica.
La ciudad, a la que los medios han apodado “capital de los jabalíes”, siempre ha sido un refugio para toda suerte de animales salvajes, desde los zorros, de los que hay unos 1.400, hasta las comadrejas que roen los cables de los motores de los coches o los mapaches que saquean cubos de basura.
Los bosques cubren un 20% del territorio berlinés. Y los numerosos ejes verdes instalados en el siglo XIX para airear la ciudad en plena revolución industrial facilitan la llegada de animales salvajes, que además suelen alimentarse en los numerosos huertos familiares.