La cumbre terminó de la peor de las maneras, o sea sin ningún resultado concreto, con la única decisión de retomar las tratativas en enero o febrero. Lo que está en juego para los próximos siete años es una montaña de dinero, mil millones de euros, hecho que explica las duras pulseadas entre los diferentes países.
El belga Herman Van Rompuy, hábil presidente de la UE y viejo conocedor de estas cumbres, presentó por la mañana un nuevo borrador –el segundo– con sus propuestas, texto que sin embargo de hecho no fue ni siquiera discutido.
La discusión estaba en alta mar, como dio a entender por la mañana la canciller de Alemania, Angela Merkel: “Pienso que no será posible alcanzar un acuerdo”, destacó.
El pesimismo también alcanzó al premier británico, David Cameron: “En esta fase no hubo progresos suficientes. Debemos recortar los gastos que no podemos permitir”, indicó al entrar al “Justus Lipsius”, sede en Bruselas de la UE.
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Cameron siguió pegando duro unas horas después, cuando dijo que “Bruselas sigue existiendo como si fuese un universo paralelo”, recordando además que frente a la crisis la UE debe ser “más firme con sus costos administrativos”.
Dura posición inglesa
Las razones principales del fracaso del “summit” fueron dos: la dura posición de Londres, que junto a Alemania, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda, quiere recortes más drásticos de los 80.000 millones de euros propuestos por Van Rompuy, y la ausencia del llamado “motor franco-alemán”, el eje París-Berlín que en este tipo de cumbres de la UE resulta a menudo clave para poder cerrar las tratativas.
Al cabo de una jornada llena de tratativas con formatos diferentes entre “los 27” (plenaria, grupos o bilaterales), Francia terminó quedándose sola en su reclamo por recuperar unos 10.000 millones de euros para destinar a la Política Agrícola Común (PAC), área que absorbe gran parte del presupuesto.