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El régimen germano-oriental llegaba a la caída del muro hecho añicos, además de presionado desde el Moscú de la Perestroika, y las semanas que siguieron a esa noche mágica en la historia reciente de Alemania acabaron de desencajar sus piezas.
En los meses precedentes había crecido hasta lo insostenible el peso de las protestas en toda la RDA y las fugas de miles de ciudadanos a través de los países vecinos, al tiempo que el aparato comunista se tambaleaba de relevo en relevo.
El 7 de octubre, el 40 aniversario de la RDA, el último jefe del Estado y del partido de la ortodoxia germano-oriental, Erich Honecker, había tenido que ver cómo “su” pueblo aclamaba como un héroe a Mijaíl Gorbachov, de visita en Berlín.
Once días después se retiraba y tomaba el mando Egon Krenz, un delfín con tintes reformistas, quien se convirtió en secretario general del Partido Socialista Unificado (SED) el 7 de noviembre –dos días antes de la caída del muro– y que no se sostuvo al frente de la RDA ni dos meses, ya que el 6 de diciembre dimitió.
El canciller Helmut Kohl había pisado el acelerador de un proceso reunificador que negociaba directamente con Moscú y las otras potencias vencedoras de la II Guerra Mundial –Francia, Reino Unido y EE.UU.–, además de con sus socios de la UE. La RDA era un convidado de piedra, con un último jefe del Gobierno, Hans Modrow, aún surgido del aparato y de mandato efímero.
El 18 de marzo de 1990 se celebraron las primeras elecciones libres en la RDA, que ganó una alianza liderada por la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Kohl y colocó al frente del gobierno germano-oriental a su correligionario Lothar de Maizière.
Con este formato se entró en la última fase negociadora, que derivó en la entrada en vigor de la unión monetaria y económica de las dos Alemanias, el 1 de julio de 1990, a modo de primera piedra de la reunificación política.
El 23 de agosto, la Cámara del Pueblo aprobaba la incorporación de la RDA en la República Federal (RFA) y el 3 de octubre se suscribía el Tratado de Unidad entre ambos Estados, con las firmas del ministro del Interior de Kohl, Wolfgang Schäuble, y de De Maizière.
Un país dejó de existir con esa firma.