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El ataque relámpago a Pearl Harbor en diciembre de 1941 duró apenas dos horas, provocó más de 2.400 muertos y precipitó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Si bien no es el primer ministro japonés en visitar Pearl Habor –lo hizo Shigeru Yoshida en 1951–, Abe es el primero en participar de una ceremonia pública en el memorial del “USS Arizona”, construido a principios de los años 60 en homenaje a los 1.177 estadounidenses que murieron cuando el acorazado fue abatido por la aviación nipona.
Antes de Abe, tres jefes de gobierno de Japón visitaron Pearl Harbor en los años 50, incluido su abuelo Nobusuke Kishi. Empero ninguno participó en homenajes a las víctimas en el lugar.
La llegada del premier nipón a la base militar se produjo luego del recordado viaje de Obama a Hiroshima.
En ninguna de las dos ocasiones se pronunciaron disculpas, ni oficiales ni informales.
Ambos líderes establecieron en los últimos años una relación especial que transformó a Japón y a EE.UU. en dos aliados estrechos.
Abe apoyó algunas de las políticas impulsadas por el gobierno de Obama, a pesar de la resistencia interna e impulsó la aprobación de normas de seguridad que permitan a las fuerzas armadas japonesas participar de misiones de combate en el exterior. Además, ofreció ayuda no militar a los países en los cuales se combate contra el Estado Islámico.
Obama, por su lado, declaró oficialmente su apoyo a la necesidad de tener un aliado fuerte contra China.
La elección de Trump puso un manto de dudas e incertidumbre respecto al futuro de las relaciones.