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Teófilo Vázquez es analista del Centro de Investigación y Educación Popular; es autor de varios libros e investigaciones relacionados al cultivo de coca en las comunidades campesinas.
Vázquez sostiene que la coca es otro reflejo de los vicios que genera el monocultivo en las comunidades campesinas. “Genera dependencia de precios que dependen del mercado”.
Mencionó como ejemplo lo siguiente: “Es lo mismo que cultivar solo banano o algodón. El resultado es que las familias campesinas están atadas en su relacionamiento con el acopiador”.
Agregó que “para cultivar algodón se necesitan insumos y semillas, lo mismo sucede con la coca. Hay un proveedor que adelanta dinero a cambio de la producción y se convierte en una suerte de protector”.
No dudó en señalar que “el cultivo de coca creó la base social más grande de Latinoamérica”.
Y tiene razón, si empezamos a sumar el número de campesinos en Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela que dependen del cultivo de coca, tendremos una cifra que resultaría sorprendente.
Los más pobres no se levantan contra el Estado
En su opinión, no son los más pobres quienes se levantan contra el Estado sino aquellos que pueden perder algo o bien las clases sociales en auge.
Entrando en detalles explicó: “El cultivo de coca deja margen de ganancia a los campesinos. No hay que olvidar que la ausencia del Estado permite la ampliación de las fronteras de coca, este espacio es ocupado por una clase social que obtiene sus ingresos de los cultivos ilegales”.
“El cultivo ilegal es parte del proceso de formación de un nuevo relacionamiento social donde la ausencia del Estado es reemplazada por un nuevo modelo”.
“La clase social emergente gracias al cultivo de coca –siguió diciendo– es la que puede perder algo por la represión. La posibilidad de perder su espacio es uno de los motivos que puede justificar su levantamiento contra el Estado”.
En el caso de las FARC mencionó que “el grupo guerrillero, por su fuerza, es capaz de ocupar espacios en las comunidades y se convierte en regulador de la relación económica con la comunidad. Hacen de policías, de jueces, de cobradores de impuestos. Tienen libertad para ello porque el Estado está ausente”.
Y obviamente resaltó que las FARC obtienen millonarios ingresos económicos con el narcotráfico.
“Esto no quiere decir que hayan dejado de ser marxistas, simplemente es una utilización del comercio ilegal para financiar la guerra”.
Problema de la tierra
“El que no tiene tierra no es nadie” aseveró el entrevistado de ABC Color.
“La razón de ser de una familia campesina es la tierra, es su fuente de seguridad”, expresó resaltando la necesidad de encontrar una solución al problema de la tierra, uno de los puntos principales en la negociación de paz entre el Gobierno y la guerrilla.
“Existe la necesidad de reconocer al campesino como un ciudadano con derechos y obligaciones. El Estado no puede seguir tratando a las familias campesinas con la misma indiferencia con que lo hacemos con los parientes pobres”, agregó.
El monocultivo y la propiedad de la tierra son dos temas pendientes de solución en Colombia.
“Estados Unidos un tiempo vino con la propuesta de fumigar los cultivos, al final mataban hasta los rubros de consumo; luego vinieron los europeos con la propuesta de desarrollo alternativo”.
“Ambos tienen un error y es que no se trata de sustituir un cultivo sino de impulsar un programa de desarrollo integral. Lo peor es que muchas veces se evita analizar el problema de fondo que es reconocer a los campesinos como ciudadanos con pleno derecho”.
Teófilo Vázquez resalta que el fortalecimiento de las FARC fue resultado del control y protección facilitado al narcotráfico.
Sin conocer nuestro país dijo estar seguro que el grupo insurgente creado por las FARC está instalado en zonas rurales con escasa presencia del Estado.
“No sería raro que estén donde abundan los cultivos de marihuana”, dijo.
Dominio de los capos del narcotráfico
Buena parte de la violencia en Colombia gira en torno al narcotráfico. Hay ciudades que están bajo dominio de carteles de la droga, como es el caso de Calí.
En Bogotá ya se habla de “ciudad fallida” al hacer referencia al fracaso de Calí en recuperar sus instituciones cívicas. El narcotráfico llegó a infiltrarse por medio de la corrupción en cada espacio que pudiera estar disponible.
No faltan voces ingenuas que alegan que el problema de las drogas es de Estados Unidos, no de Colombia; es lo mismo que muchas veces repiten en nuestro país: que se vean los brasileños o argentinos que compran la marihuana paraguaya.
El problema es la corrupción y violencia que se generan en torno al comercio ilegal. Los colegios de nuestro país están a expensas de vendedores de marihuana, de crack, de pastillas.
La narcopolítica también es una realidad en Paraguay. El resultado es corrupción y violencia.
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