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WASHINGTON (AFP, EFE). Haspel, de 61 años y subdirectora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) luego de realizar durante tres décadas operaciones encubiertas, dirigió al menos durante parte de 2002 una prisión secreta en Tailandia, donde en ese tiempo un prisionero fue interrogado con las técnicas que incluían el ahogo simulado.
“Después de haber servido durante esos tiempos tumultuosos, ofrezco mi compromiso personal, claro y sin reservas, de que bajo mi liderazgo la CIA no retomará esos programas de detención e interrogatorio”, dijo Haspel ante el Senado.
“Mirando hacia atrás, es claro que la CIA no estaba preparada para conducir un programa de detención e interrogatorio”, expresó.
Oficialmente, el programa era definido como un “interrogatorio mejorado” y recibió apoyo del sistema judicial estadounidense, y por lo tanto los responsables se niegan incluso a mencionar la palabra “tortura”.
Posteriormente, una comisión del Senado llegó a la conclusión de que se trataban de actos de torturas bajo una cuestionable protección legal.
Ayer, Haspel evitó condenar ese programa, que fue aplicado entre 2002 y 2005, período durante el cual ciudadanos extranjeros detenidos en lugares secretos en todo el mundo eran sometidos, en especial al llamado “waterboarding”, que simula un ahogamiento.
“Después del 11 de septiembre (atentado contra las Torres Gemelas) no me senté detrás de un escritorio, di un paso al frente. No me quedé al margen. Estuve en el frente de batalla en la Guerra Fría, estuve en el frente de batalla en la lucha contra Al Qaeda”, declaró Haspel, que fue agente encubierta durante tres décadas.
“Para mí, la tragedia es que la polémica que rodea al programa de interrogatorios haya acabado por sembrar una duda en lo que ha sido una gran contribución para proteger el país”, afirmó.