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El cuerpo del arquitecto fue embalsamado y trasladado desde Río de Janeiro hasta Brasilia para su velorio en el palacio presidencial de Planalto, una de sus grandes obras.
El féretro, envuelto en la bandera brasileña, recorrió la avenida del poder de Brasil en un carro de bomberos abierto y subió la rampa de Planalto escoltado por la guardia presidencial, bajo una salva de aplausos de cientos de brasileños que luego comenzaron a desfilar ante el ataúd para presentar sus respetos.
Niemeyer retorna así a la ciudad que creó junto al urbanista Lucio Costa en 1960, y que visitó en vida por última vez en 2009, tras un agotador viaje de dos días en coche debido a su temor a los aviones. Anoche, su cuerpo embalsamado volvió a ser trasladado a Río, su ciudad natal, donde el arquitecto, fumador empedernido, falleció el miércoles de noche a raíz de una infección respiratoria, 10 días antes de cumplir 105 años, tras permanecer poco más de un mes internado en un hospital.
Niemeyer “se ha ido, pero permanecerá siempre entre nosotros, presente en las líneas de los edificios que plantó en Brasil y en el mundo”, dijo el expresidente Lula da Silva.