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CIUDAD DEL VATICANO (AFP). Francisco tuvo que capear numerosos ataques desde que fue elegido pontífice en 2013, sobre todo por parte de los sectores más conservadores de la Iglesia, que lo consideran un peligro por sus posiciones a favor de conceder la comunión a los divorciados que se vuelven a casar.
En una extensa carta, Francisco fue acusado por el exembajador del Vaticano en Washington, el arzobispo Carlo María Vigano, de haber anulado las sanciones contra el cardenal estadounidense Theodore McCarrick y de no haber tenido en cuenta los informes sobre su “comportamiento inmoral con seminaristas y sacerdotes”.
“La corrupción ha llegado a la cima de la jerarquía de la Iglesia”, lanzó Vigano, quien pidió sin titubeos la renuncia del papa argentino.
Un ataque violento lanzado en plena visita del papa Francisco a Irlanda, un país herido por los abusos sexuales y de poder cometidos por décadas por el clero y las instituciones religiosas.
El cardenal McCarrick (88) fue acusado a fines de julio de abuso sexual, por lo que el papa le prohibió ejercer su ministerio y prácticamente lo expulsó del Colegio Cardenalicio al aceptarle su renuncia, un hecho inédito en la Iglesia.
Según Vigano, Benedicto XVI había ya sancionado al cardenal Theodore McCarrick, hacia 2009 o 2010, impidiéndole toda aparición pública, aunque se desconoce la existencia de un documento sobre ello.
El tema de la homosexualidad volvió a surgir cuando el Vaticano retiró la palabra “psiquiatría” de la versión oficial de la conferencia de prensa dada por el pontífice en el avión de regreso a Roma de Irlanda.
“Cuando eso se manifiesta desde la infancia, hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría, para ver cómo son las cosas. Otra cosa es cuando eso se manifiesta después de los 20 años”, precisó.
Francisco no quería decir que se trata de “una enfermedad psiquiátrica”, precisó el Vaticano.