Todo quedó “en familia”

ENCARNACIÓN (De nuestra redacción regional). Con la concesión directa de explotación de publicidad, se repite una historia que se produjo hace tres años. El entonces intendente, el colorado Juan Schmalko (actual director paraguayo de Yacyretá), entregó en forma directa la explotación de la playa San José a un grupo comercial integrado por Juan Andrés Szopa, Afara Salomón y Jorge Báez Parzajuk.

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Báez Parzajuk, quien figura como gerente de la compañía, es primo hermano del que entonces era director de obras de la Municipalidad, Eduardo Báez Parzajuk. Además, está casado con Mariela Irene Gómez Kokes, prima hermana de Carolina Alejandra Lapierre Kokes, esposa de Schmalko.

Las conexiones familiares y económicas entre los beneficiarios y Schmalko despertó suspicacias.

También había surgido el dato de que Juan Andrés Szopa es socio comercial de los concejales Hugo Barreto y Eduardo Florentín (ambos de la ANR), en la empresa Itacom Group, proveedora de servicios de internet.

La empresa adjudicataria, encabezada por Afara Salomón, cobraba al principio 1.500 dólares (G. 6.600.000) por mes a cada uno de los “subinquilinos” de la playa. A eso se suma un cobro único, en concepto de “llave”, de 25.000 dólares (G. 110 millones) por cada unidad gastronómica. Esto haría unos 125.000 dólares (G. 550 millones) solo en este concepto.

Tanto Afara Salomón como su socio comercial Juan Szopa admitieron en aquella ocasión que perciben entre 1.200 y 1.400 dólares por mes en concepto de subalquiler, pero niegan que cobren por “llave”.

Con todo, el alquiler de la playa San José no deja de ser un jugoso negocio inmobiliario, donde “se compra a uno y se vende a siete”. La concesionaria paga en concepto de canon anual por la explotación de la unidad turística G. 42 millones, pero subalquila por más de G. 350 millones anuales, tomando como base un promedio de 1.300 dólares mensuales por cada local.

Si el alquiler que cobran es de 1.500 y no de 1.200 o 1.400 –como reconocen los empresarios– la diferencia es aún mayor a favor de los concesionarios.

Si a todo lo mencionado se suman los derechos exclusivos de vender los espacios publicitarios a los “sponsors” de los eventos y espectáculos que se realizaron en la Costanera, los negocios dejaron millonarias utilidades en los casi dos años.

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