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El doctor Agustín Saldívar Orrego comenzó a vender diarios a los 12 años de edad, poco tiempo después de que su madre, Miguela Orrego, hija de músicos, falleciera a causa de un problema de corazón. Afirma que él como médico la hubiese salvado.
La tarea de canillita emprendió con la idea de aportar a la canasta familiar, ya que tenía otros tres hermanos menores, más otros cuatro que su padre, Braulio, músico de la Banda de la Policía Nacional, tuvo en su nuevo matrimonio.
Trabajó en la noble tarea hasta los 19 años, cuando pudo terminar la secundaria. Entre escuela y colegio había perdido dos años por motivos económicos y de enfermedad. A pesar de vivir entonces en el barrio Ciudad Nueva de Asunción, se surtía de diarios del distribuidor Pedro Getto de la ciudad de Fernando de la Mora, porque ahí llegaba primero el camión que iba al interior.
A dicho local llegaban a las 3:00 de la mañana los periódicos, mientras que recién en horas de la mañana llegaban a las distribuidoras de Asunción. Él retiraba e iba a distribuir casa por casa en los barrios asuncenos: San Antonio, Sajonia, Varadero y Hospital de Clínicas, y cuando había lluvia debía entregar el diario dentro de una bolsa de polietileno. “Cuando gritaba para avisar a sus clientes, lo único que se entendía era ceeee, en vez de ABC”, dijo con una sonrisa pícara y un dejo de nostalgia el actual reconocido médico.
Se movilizaba en bicicleta, acompañado de su hermano Juan, que se recibió también de médico cirujano y ejerce en el sector privado en el Brasil. Inicialmente retiraba 25 ejemplares y pronto su clientela sumó 380, cantidad que se mantuvo hasta el día que cambió de oficio.
La muerte de su madre enferma y su contacto permanente con médicos través de la venta de diarios hicieron que soñara con ser médico. Así fue que con la ayuda de su padre pudo ingresar a la Facultad de Ciencias Médicas, en 1981, y se recibió en 1986. Estuvo como médico residente desde 1988 hasta 1992, para luego ir becado al Hospital Pierre et Marie Curie de Francia (Europa), mediante el apoyo del reconocido doctor Jacques Balansá, especialista en cirugía cardiaca.
Canillita y médico
El doctor Agustín Saldívar Orrego comparó su vida como canillita con su actual profesión. Como canillita aprendió la responsabilidad de estar con lluvia o tormenta, con frío o calor, porque el diario sale todos los días (excepto dos días: Viernes Santo y el 1 de enero de cada año) para llegar a tiempo junto a sus clientes debía de levantarse a las 3 de la madrugada. Mencionó que sus clientes le esperaban para comenzar el día informado, por tanto no podía fallarles.
Ya como médico, sin importar el día ni la hora, domingos ni feriados, ni las condiciones climáticas adversas, debe estar al llamado cuando aparece un donante para hacer la ablación de órganos y trasplante renal, que es su especialidad. Ser canillita le sirvió de “gimnasia” mental y física para hoy poder responder al llamado urgente. Si bien para cualquiera parecería una vida muy desgastante, el doctor Saldívar afirma que para él no lo es porque es su pasión y le causa satisfacción saber que una persona dejará de padecer conectada a una máquina de diálisis, en sesiones de cuatro horas tres veces por semana.
Aprovechó la entrevista para agradecer públicamente a su esposa, la licenciada en enfermería Ismelda Vázquez, que se quedó en Paraguay con sus tres hijos, uno de ellos lactante, para que él pudiera ir a especializarse a Europa por dos años. “Le debo mucho a mi esposa”, expresó.
Reconocido
El doctor Agustín Saldívar Orrego es actualmente presidente de la Sociedad Paraguaya de Angiología y Cirugía Vascular, miembro de la Sociedad Paraguaya de Trasplante y de la Sociedad Paraguaya de Cirugía General. Asimismo, es docente de la materia del quinto curso Técnica Quirúrgica de la Facultad de Ciencias Médicas; integra como cirujano vascular los equipos de trasplante del Hospital Nacional de Itauguá, Hospital de Clínicas, Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS), y forma parte del equipo quirúrgico de trasplantes renales del Centro Médico La Costa.
Siguen sus pasos
Tiene cinco hijos: Katiana Verónica, que es cirujana infantil; Fernando Agustín (le puso como nombre Fernando porque en su época de canillita le habían apodado Fernando, porque de dicha ciudad retiraba diarios para vender) es estudiante del tercer año de medicina; José Marcos realiza el cuarto año de odontología, Adrián Vicente cursa el tercer año de veterinaria y Aramí está en el séptimo grado del Instituto Sagrada Familia, de San Lorenzo.
antonia@abc.com.py