Fortalecer las instituciones y restablecer la confianza

La Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco), la mayor entidad empresarial del país, emitió un oportuno comunicado llamando a fortalecer la institucionalidad como paso necesario para la reactivación económica, en medio de las bochornosas designaciones por corrupción por parte de los Estados Unidos. Lo que señala no es nada más y nada menos que una invitación a que las instituciones cumplan su papel democrático con seriedad, honestidad y responsabilidad para dar tranquilidad y previsibilidad al sector privado, para que este, a su vez, se ocupe de crear oportunidades, empleos y prosperidad para la población.

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La Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco) emitió un oportuno comunicado llamando a fortalecer la institucionalidad como paso necesario para la reactivación económica, en medio de las bochornosas designaciones por corrupción por parte de Estados Unidos nada menos que a un expresidente de la República, Horacio Cartes, líder de uno de los principales movimientos políticos del país, y al actual Vicepresidente de la República y hasta ese momento candidato oficialista a ocupar el sillón de los López, Hugo Velázquez.

La citada entidad pide al Poder Judicial justicia rápida, eficiente y el fin de la impunidad; al Poder Legislativo, centrarse en la producción de leyes adecuadas, en el marco de la Constitución Nacional, que impulsen el país a la modernidad y a la economía del conocimiento; y al Poder Ejecutivo, eficiencia y servicios de calidad en cuanto a la salud, la educación, la seguridad y el buen clima de negocios. Por su parte, se compromete a generar inversión, fuentes de trabajo y a promover el desarrollo sostenible.

La Feprinco considera que el Paraguay, si corrige errores, está en condiciones de ser un aliado estratégico de la región y del mundo y recuerda en tal sentido los estimulantes espaldarazos dados recientemente por Gafilat y por la consultora de riesgos Moody’s Investors Services.

El Grupo de Acción Financiera Latinoamericana (Gafilat) decidió otorgarle a Paraguay otra oportunidad y no incluirlo en la “lista gris” de países no cooperantes con la lucha internacional contra el lavado de dinero y el financiamiento al terrorismo, algo que habría tenido serias consecuencias, tanto de orden financiero, complicando gravemente las transacciones bancarias y el comercio exterior, como para la captación de inversiones. Moody’s, entretanto, reconoció esfuerzos de Paraguay por mantener cierta disciplina fiscal en medio de los shocks de los últimos años y no solo ratificó la calificación Ba1 pese al claro deterioro de las condiciones macroeconómicas, sino que, sorpresivamente, elevó su percepción de estable a positiva.

Son buenas noticias, pero ambas están condicionadas. Gafilat puso al país bajo vigilancia durante un año, en el cual se tendrá que concretar un conjunto de requisitos para mantener el estatus, y Moody’s vinculó cualquier posible progresión hacia una mejor categoría a las prontas aprobación e implementación de una serie de leyes y reformas, tales como la del servicio civil, la de contrataciones públicas, las que completan el marco de prevención del lavado de dinero, las relativas a la Caja Fiscal y otras, para asegurar la sostenibilidad y mejorar la eficiencia del gasto público, así como para potenciar nuestro perfil de crecimiento.

Lo que nos están indicando estas señales de los agentes económicos, tanto nacionales como extranjeros, es que todavía confían en que Paraguay está a tiempo de retomar la senda del trabajo, de la decencia, del esfuerzo mancomunado, de la solución de sus problemas estructurales y de sus cuellos de botella, pero que, al mismo tiempo, está muy cerca de terminar de deslizarse por el barranco de la corrupción, de los déficits crónicos, del alto endeudamiento improductivo, de la informalidad y de la expansión inatajable del crimen organizado.

La impresión es que el país está llegando a un punto de inflexión y que mucho de su futuro dependerá de lo que pase en los próximos meses, de las decisiones que se tomen en los ámbitos económico e institucional, y del proceso electoral.

“El sector privado y el sector público debemos trabajar juntos para recuperar la confianza de propios y extraños”, señala el comunicado de la Feprinco. Es tan simple como eso. La tarea de los gobiernos, de los poderes públicos, de las fuerzas políticas, de los Estados no es reemplazar a la sociedad, algo imposible, sino garantizar el cumplimiento de las reglas del juego y generar condiciones para que las fuerzas vivas se puedan desenvolver. Solo así se pueden encaminar millones de voluntades hacia objetivos comunes. No hay fórmulas mágicas, no existe otro camino para salir adelante.

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