Las obras públicas son de todo el país y no del Partido Colorado

Al mejor estilo de la dictadura de Stroessner, cuando todo se resumía en “Gobierno, Fuerzas Armadas y Partido Colorado”, el presidente Mario Abdo Benítez ofendió gravemente a todos los paraguayos, sean del partido que fueren, al atribuir solo al coloradismo la realización de una obra de carácter nacional. Ya en plena campaña electoral, Marito creyó oportuno partidizar el acto oficial de inauguración de una ruta asfaltada, en los términos que siguen: “Pero, mi presidente Nicanor (Duarte Frutos, director ejecutivo de la Entidad Binacional Yacyretá, a quien se dirigió y con quien compartía el acto), es una obra del coloradismo, del Partido Colorado”. Repetimos, para que lo entienda: en realidad, se trató de una obra encarada con el aporte de todos los contribuyentes paraguayos, por lo que es una obra del Gobierno NACIONAL. Menos mal que también dijo que se trataba de una “obra para todos los del departamento de Ñeembucú, no solo para los de San Juan” o para los de la ANR, tal vez como una concesión porque el partido de Gobierno está presidido por el diputado cartista pilarense Pedro Alliana.

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Marito ya degradó el cargo que ejerce al postularse para ocupar la presidencia de su partido; ahora lo ha hecho al identificar el Gobierno Nacional con la ANR, lo que permite concluir que, desde ya, no está al servicio exclusivo de todos los paraguayos. En la ocasión referida, también informó que iba a “dejar todo para que el próximo presidente sea Hugo Velázquez”. Es de temer que semejante esfuerzo implique la ominosa posibilidad real de emplear los recursos humanos y materiales del Estado con el fin de que su protegido gane la candidatura colorada primero y la Presidencia de la República después.

Todo indica que, con el correr de los meses, Marito acentuará su filiación partidaria para atraer los votos, afectando la dignidad del cargo que ejerce. Probablemente alentaría el fanatismo, esto es, la intolerancia de sus correligionarios, impugnando a los de otros sectores, sean de su partido o los de la oposición. De hecho, ya hay denuncias de persecución laboral en algunas instituciones del Estado.

Marito no pudo con su genio, ya que con frecuencia recuerda a su mentor, en cuya época nada había fuera del “Gobierno colorado del presidente Stroessner”, toda una pesadilla para los demócratas. En el caso que nos ocupa, como la ANR no está unida, al menos por ahora, se plantea la pregunta de si la dichosa pavimentación no habría sido, en todo caso, la obra de Fuerza Republicana, dado que el presidente de la ANR pertenece a ese sector, mientras se pasa demonizando al otro.

Marito cometió el despropósito de poner en evidencia que, antes que un jefe de Estado o tan siquiera de partido, es un jefe de facción en busca de votos para sí mismo y para sus acólitos. Está visto que en vez ser el presidente de todos los paraguayos, prefiere a estas alturas congraciarse con sus correligionarios más retrógrados. No podría haber caído más bajo, para mal de un país que necesita que sus instituciones funcionen de acuerdo a la Constitución y las leyes, que él juró cumplir y hacer cumplir.

Lo que dijo es una demostración clara de que no tiene la menor idea de lo que significa actuar como un estadista y lo hace como un vulgar caudillejo. Es de agradecer que nunca haya aspirado a la reelección.

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