Bienvenidos los autotest, pero tienen que abaratarse

El Ministerio de Salud Pública ha aprobado la venta libre en farmacias de kits de autotest de covid-19, un paso transcendental que ya podría haber salvado muchas vidas, pero que se da de manera imperdonablemente tardía. Estos test rápidos, sencillos, inocuos que se hacen en la casa no reemplazan totalmente a las pruebas clínicas más profesionales, pero constituyen una solución complementaria que ha contribuido a reducir los contagios y la mortalidad en los países. Sin embargo, para que cumplan esa función deben, además, ser baratos, lo que, a primera vista, no es el caso de los que llegaron a Paraguay. Alguien tiene que explicar por qué.

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El Ministerio de Salud Pública ha aprobado la venta libre en farmacias de kits de autotest de covid-19, un paso transcendental que ya podría haber salvado muchas vidas, pero que se da de manera imperdonablemente tardía, no está claro si por indolencia burocrática del propio ministerio, por confabulación con ciertos intereses creados, por dejadez o connivencia de los importadores, o por una combinación de todo ello. Estos test rápidos, sencillos, inocuos que se hacen en la casa no reemplazan totalmente a las pruebas clínicas más profesionales, pero constituyen una solución complementaria que ha contribuido a reducir los contagios y la mortalidad en los países que los vienen usando ampliamente desde hace tiempo. Sin embargo, para que cumplan esa función deben, además, ser baratos, lo que, a primera vista, no es el caso de los que llegaron a Paraguay. Alguien tiene que explicar por qué.

Según los primeros datos recabados y reportes de nuestros lectores y audiencia, los autotest que se pusieron a la venta en distintas cadenas cuestan cerca de G. 200.000 la unidad, y entre G. 1.500.000 y G. 3.000.000 las cajas de 25 pruebas, dependiendo del tipo. En Europa, los kits cuestan entre 3 y 5 euros la unidad (entre G. 23.000 y G. 40.000) y hay países, como Portugal, donde cuestan menos de un euro. En Estados Unidos, una caja de 25 en Walmart cuesta 85 dólares (G. 595.000). Hay decenas de marcas y varias tecnologías, pero ¿por qué tanta diferencia? Si estos van a ser los precios, podemos vaticinar que no tendrán ningún impacto.

En cambio, si son baratos, los autotest presentan ventajas decisivas para ayudar a controlar la enfermedad, sobre todo en situaciones como la nuestra, donde el sistema público de testeos es sumamente deficiente y las pruebas de antígenos y PCR en laboratorios privados son muy costosas en comparación con el poder adquisitivo de la mayoría.

Lo que ocurre en la práctica es que muchísimas personas con síntomas leves o con sospechas directamente no se hacen el test, porque o tienen que perder mucho tiempo para agendarse en el sistema público y conseguir un turno para una semana o más días después, durante los cuales supuestamente tienen que quedarse en casa y dejar de trabajar, o pagar entre 200.000 y 500.000 guaraníes a un laboratorio privado. Y eso no solamente una vez, sino en cada oportunidad en que se reitera esa circunstancia.

Y como en Paraguay una parte muy mayoritaria de la fuerza laboral no es asalariada o lo es en el mercado informal, la gente por lo general no puede darse el lujo de confinarse de manera preventiva, por la simple razón de que, si no sale a trabajar, se queda sin ingresos. Por lo tanto, no se hace el test, continúa con su vida, utiliza el transporte público, interactúa con los demás y disemina el virus. El resultado es que los contagios se vuelven rápidamente incontrolables, con un altísimo nivel de subregistro en las cifras oficiales. En un contexto de muy baja vacunación hasta fines de julio del año pasado, esto desembocó en una terrible catástrofe sanitaria, con más de 16.000 muertos. Con la mitad de la población todavía no vacunada en la actualidad, sigue siendo sumamente peligroso.

Con kits de autotest baratos que se puedan comprar en la farmacia esto podría dar un giro radical, porque muchas más personas con síntomas o con sospechas se harían el test en la casa y, en caso de dar positivo, entonces sí tenderían a posponer sus actividades para no ponerse en riesgo a sí mismas y a los demás. Muchos, incluso, podrían repetir el test al día siguiente para asegurarse, ante la siempre latente posibilidad de falsos negativos o positivos, tal como recomiendan los expertos.

La medida de prevención más importante y efectiva contra el coronavirus es sin ninguna duda la vacunación, digan lo que digan sus detractores. Gracias a las masivas campañas de inmunización en buena parte de los países del mundo ha habido sucesivas grandes oleadas de propagación del virus, que actualmente se está elevando a niveles nunca vistos con la imparable variante ómicron, pero los casos graves y las muertes han disminuido drásticamente, y se producen en un alto porcentaje entre los no vacunados. La evidencia global es categórica y consistente.

El segundo método de prevención en orden de importancia es el aislamiento. Pero el aislamiento generalizado, que con esta pandemia se ha experimentado en una escala sin precedentes en la historia de la humanidad, es insostenible, antinatural, contraproducente y probablemente inconstitucional. Lo que idealmente se tiene que conseguir es aislar a los enfermos, no a los sanos. De ahí la crucial importancia de los testeos, para lo cual estos kits, que cada vez son mejores y más confiables, pueden jugar un papel preponderante.

Para que así sea, tienen que bajar de precio, lo cual, de paso, ayudaría a mantener a raya los de las onerosas pruebas de laboratorio. Desde luego, es perfectamente lícito que importadores y distribuidores obtengan una ganancia razonable, pero, con la salud de la población todavía en peligro, estos no son momentos de abusar.

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