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Sin embargo se plantean interrogantes adicionales, referidos a los criterios que deberán utilizarse para definir prioridades, por ejemplo los criterios y procedimientos con los que se seleccionarán los poblados que serían beneficiados.
La contribución de los aprovechamientos al desarrollo local debería ser un criterio clave. Desde esta perspectiva, las comunidades que no cuentan con ninguna forma de generación eléctrica se ubicarían entre las primeras en la lista de prioridades. No obstante, si el criterio es la cantidad de habitantes que se verían directamente beneficiados por las obras, los poblados de mayor tamaño relativo estarían primero. Según el estudio, si las obras se realizan con fondos provinciales y/o nacionales, posiblemente se sitúen primeras en el ranking obras que demanden menores erogaciones.
Desde esta óptica, posiblemente surjan como prioritarios los proyectos de reparación/rehabilitación de pequeñas hidroeléctricas en desuso, en detrimento de las centrales que deben construirse desde cero en parajes que son, en muchos casos, de difícil acceso e inhóspitos.
La construcción/rehabilitación de estos aprovechamientos plantea numerosos desafíos económicos, sociales, ambientales, político-institucionales y de equidad, que plantean un cuidadoso proceso de reflexión sobre los criterios para determinar prioridades consensuadas que permitan seleccionar las inversiones facilitando la adopción de un sendero de desarrollo sostenible con bajas emisiones y que contribuya a aumentar la resiliencia al cambio climático, sea a escala local o nacional, concluye el BID.