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Por resolución de Petropar N° 031/14 del 1 de setiembre, Rómulo Alfredo Campos Krauer designó a Víctor Blas González Aguilera, su excompañero de trabajo, como “asesor de la presidencia” en materia de distribución y comercialización de hidrocarburos y derivados. El nuevo funcionario de Petropar y ex de Petrobras percibe un salario de G. 18.164.166 y se suma a la larga nómina de asesores que tiene la petrolera, muchos de ellos sin funciones, pero con salarios de G. 20 millones, en promedio.
Campos Krauer trabajó en la Shell Paraguay Limited (luego Petrobras Paraguay al adquirir los activos de la firma angloholandesa) y muchos de sus excolegas hoy están en Petropar.
Otro caso de “excompañeros” pagados con dinero público se dio con la contratación de Daniel Aparicio Rossi Udrizar, que por Resolución N° 032/14, del 2 de setiembre, ingresó a la petrolera como “asesor de la gerencia general” y percibe una remuneración total de G. 11.800.000.
Campos Krauer también contrató a su excompañera Catherine Valeria Vargas Fernández, quien dejó Petrobras para incorporarse a Petropar, con un salario total de G. 25.338.759.
Lo llamativo en todos los casos es que los incorporados ingresaron directamente en carácter de funcionarios permanentes y por el solo hecho de su cercanía al mandamás de turno de la entidad.
Consultado al respecto, el titular de Petropar reconoció que él les trajo “como asesores” a los últimos incorporados en la entidad, González y Rossi, y dijo que ambos son especialistas en sus áreas y trabajaron en la Shell y en Petrobras.
Todo esto, a pesar de que Petropar cuenta con una pesada planilla de funcionarios, que incluye ya a 865 empleados y que a pesar de eso siguen contratando gente y desangrando las arcas del Estado. Estas acciones también van a contramano de su pésimo estado financiero, con abultadas deudas sin honrar, así como la cada vez mayor pérdida de mercado que registra la entidad.
Mientras un emblema privado no supera los 50 empleados, Petropar posee casi 900, utilizando la excusa de su planta de Troche (que también opera a pérdida) para intentar justificar el clientelismo político, familiar y del “amiguismo”, que son la constante en esta empresa caracterizada por la corrupción y el prebendarismo.