LOS LECTORES OPINAN

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Servicio doméstico

Con relación al proyecto de ley sobre las empleadas domésticas, me hace pensar en las diferencias entre los términos de igualdad y equidad. Digo esto porque pienso que un trabajador que percibe un salario mínimo y debe solventar sus gastos de transporte, desayuno, almuerzo, cena, debe pagar alquiler por el lugar donde vive, sus gastos de comunicación, muchas veces paga por el uniforme que lleva al trabajo, se ocupa de los gastos de lavado y planchado de sus atuendos, así como lógicamente paga los gastos por consumo de energía y agua de su hogar. Pregunto... Luego de deducir todos estos gastos, ¿cuánto le queda en forma neta a este trabajador? Si pensamos en el caso de las empleadas domésticas que muchas veces quedan solas en nuestras casas mientras nosotros trabajamos, comen mejor que nosotros y gratis, usan el teléfono a sus anchas, el agua, la energía, el jabón que nosotros compramos para lavar sus ropas y para asearse. Pienso que en este caso más que en plantear situaciones de igualdad, debemos pensar en ser equitativos, pues las condiciones en las que se desarrolla la jornada de trabajo no son las mismas. Si no, pregunten a un trabajador de fábrica si se le permite ver novelas durante su jornada laboral. Por supuesto que sí coincido en que deben estar aseguradas, deben tener un trato digno y condiciones adecuadas para trabajar, aguinaldo, vacaciones como todos los demás, pero plantear el mismo salario que un trabajador que paga sus gastos diarios me parece un absurdo total.

Ahora, estoy de acuerdo en que se establezca un salario mínimo que considerando todos los costos que nos generan, sea equitativo al de cualquier otro trabajador.

María Angélica Luparello Martínez

Declaraciones temerarias

En relación con las declaraciones del Pte. de la República, sería bueno efectuar las siguientes consideraciones: 1) Que el ejercicio de los derechos no puede estar supeditado a la pertenencia a un grupo o clase social y que hay una disposición constitucional que dice que todos somos iguales ante la ley. 2) El club Centenario con sus más de 20.000 socios, también forma parte del pueblo. 3) Dicho club, como cualquier entidad con personería jurídica y legalmente funcionando, obtuvo el reconocimiento de recupero de créditos tributarios conforme a sendas sentencias judiciales tanto del Tribunal de Cuentas como de la Corte Suprema de Justicia. 4) La compra y venta de títulos de crédito tributario es algo normal en el mercado y está habilitada conforme a la Ley 125/91 y sus modificaciones y reglamentaciones tal como él debe saber por ser un prominente empresario. Pero si lo que quiso decir es que obtuvieron comprando, es algo grave que involucra tanto a la justicia como a los directivos del club, por lo que debería denunciarlo a la fiscalía con nombre y apellido. 5) Debería ser responsable y dar los nombres y apellidos de las personas y empresas que han delinquido –que seguros estamos que existen–, pero hacerlo de manera genérica se inscribe en el contexto de las declaraciones populistas y demagógicas que hoy suscitan aplausos pero que mañana pueden significar dolorosos traumas sociales. 6) Esperemos que este sesgo radicalizado de sus intervenciones no signifique tratar de congraciarse con el círculo privilegiado bolivariano que asuela gran parte de nuestro continente y que no se adscriba a dicha corriente clasista y confrontacional que tanto daño está ocasionando a nuestros pueblos.

Julio Giménez

Empresarios del transporte

No me convence el presidente Horacio Cartes cuando sale a hablar mal de sus colegas empresarios. No basta con criticarlos. Por ejemplo, a los empresarios del transporte público, ¿por qué no los aprieta un poco? Es decir, que controle que cumplan simplemente con lo que dicen las leyes. Que se asegure que los colectivos pasen con una frecuencia determinada y que sean vehículos seguros para los pasajeros y otros conductores, así como que sus choferes estén bien pagados, descansados y con seguro social.

Mientras, a los usuarios no nos queda otra que seguir manifestándonos. Aunque “nadie haga caso”.

Liza Espínola

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