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En líneas generales, el índice de morosidad bancaria viene incrementándose de forma sostenida desde diciembre de 2014, al igual que la cartera refinanciada y reestructurada, ante las dificultades de los clientes de cumplir con sus compromisos financieros y la marcada desaceleración de ciertas actividades económicas. El sistema financiero sufre de forma tardía los efectos del bajón económico que se vivió recientemente.
Sin embargo, lejos estamos aún de los niveles a los que se llegaron en otros años (1996-2006), cuando el promedio de mora bancaria llegaba incluso al 20% y hasta el 24%, durante y después de la grave crisis financiera en nuestro país.
Según los datos, la morosidad de la cartera de comercio al por menor alcanzó en agosto último 6,23%, uno de los más altos de este periodo. En lo que respecta a la cartera de consumo (créditos personales y tarjetas), el promedio de atrasos de pagos se ubicó en 5,67%.