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Observó que, actualmente, todas las instituciones del sector funcionan como compartimentos estancos, sin un plan estratégico común, consensuado y unitario, es decir, sin rumbo ni objetivos determinados.
“Indudablemente que la falta de institucionalidad, el clientelismo y la expansión parasitaria de la nómina pública característica de los últimos años hacen que la ciudadanía ponga objeciones a la creación de una nueva institución, pero hay que tener en cuenta que el ministerio de energía, si es que se actúa racionalmente transfiriendo los recursos del actual viceministerio y se toman decisiones que no sean influenciadas por presiones político-partidarias, no implicaría nuevas designaciones de funcionarios ni de personal; prácticamente no habría aumento del gasto público”, afirmó el ingeniero Samaniego.