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Para caracterizar los conceptos de “crecimiento vigoroso y sostenido”, el estudio toma como referencia el trabajo de la Comisión de Crecimiento y Desarrollo, del Banco Mundial, publicado en el 2008 con el título “Estrategias para el crecimiento sostenido y el desarrollo incluyente”, en el cual se destaca que desde 1950 trece economías lograron crecer, a un promedio de 7% o más, durante por lo menos 25 años seguidos. El documento final del Consejo de Desarrollo de Industria y Comercio, conformado por los principales gremios empresariales, destaca que, más importante aún que preguntarse cómo lo hicieron, es determinar si ese crecimiento vigoroso y sostenido puede reproducirse en otros países.
Advierte que el deseado y necesario rápido crecimiento sostenido no es un milagro. Señala que los países en desarrollo pueden lograrlo si sus gobernantes asumen el compromiso y aprovechan las oportunidades que les brinda la economía mundial.
Entre los trece casos señalados por la Comisión para el Crecimiento y el Desarrollo (Botswana, Brasil, China, Corea, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, Malta, Omán, Singapur, Tailandia y Taiwán) están los ejemplos conocidos de Asia, pero la lista es diversa en cuanto a tamaño, recursos y régimen político de los países. Agrega que, como es más rápido aprender que inventar algo, los países en desarrollo o emergentes pueden acortar las diferencias si crecen a un ritmo mucho más rápido que el registrado por los actuales países industrializados en su etapa de crecimiento.
No obstante, alerta que, aun con un crecimiento fuerte, el proceso de convergencia puede tomar dos generaciones o más, y una de las claves es una integración en la economía mundial que permita a los países en desarrollo importar conocimientos y tecnología, acceder a los mercados e impulsar el sector exportador, que reviste especial importancia en las etapas incipientes del crecimiento.
Además de su integración en la economía mundial, estos países de fuerte crecimiento comparten otras características importantes. La estabilidad macroeconómica –inflación relativamente baja y ausencia de deuda excesiva– los ayudó a eludir los shocks económicos y los horizontes inciertos de inversión.
Sus políticas económicas y decisiones colectivas se enfocaron en el futuro y propiciaron tasas elevadas de inversión y ahorro. También aprovecharon el mercado, incluida la movilidad de la mano de obra, para asignar recursos. Y el liderazgo firme creó consenso en torno a metas de crecimiento y desarrollo y garantizó un proceso participativo y justo.