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La desidia de la administración Cartes tiene como consecuencia que la boca del canal paraguayo se encuentre en medio de un arenal, a 750 metros del cauce del río Pilcomayo.
El Pilcomayo se escurre exclusivamente en territorio argentino, y aunque esto ya sucedió en años anteriores, es la primera vez que nuestro país no tiene alternativas para captar las aguas del río: la embocadura fue cubierta por sedimentos.
Vía Cancillería nacional se tuvo que solicitar permiso a la Argentina para ingresar en su territorio y extender 750 metros de nuestro canal hasta el nuevo cauce del Pilcomayo.
La nación vecina impuso el pedido de estudiar y aprobar previamente la nueva embocadura. El resultado fue la condición de abrir una boca con un ancho máximo de 15 metros y una profundidad de 6 metros.
Para llegar a esa medida, Argentina estableció que el río tiene un caudal promedio anual de 200 metros cúbicos por segundo.
Sin embargo, los picos de crecida se registran entre diciembre y febrero, cuando inclusive puede superar los 1.000 metros cúbicos por segundo.
El resultado de la imposición argentina es que, si llega una crecida de 500 metros cúbicos por segundo, Paraguay solo recibirá 100 metros cúbicos.
Argentina incluso reclamó protección adicional para que la boca del canal paraguayo no llegue a superar los 15 metros de ancho; de este modo se asegura que en ningún caso Paraguay pueda aumentar su capacidad de conducción del Pilcomayo.
Esa posición pone a Argentina en una suerte de “propietaria” de un río internacional compartido.
Al aceptar una condición como aquella, el gobierno de Horacio Cartes está legitimando el despojo de un río fundamental para regar el Chaco paraguayo.
Para colmo de males, los pobladores de la región advierten que nuevamente se puede fracasar en recuperar las aguas porque el canal no se limpió totalmente.
roque@abc.com.py