Por arte de magia

El título parece ser alusivo y similar a los tantos que adornaron las ediciones de los diarios de ayer, en referencia a los tres goles del Willy Mendieta para golpear duramente a un Guaraní plagado de errores; pero, en realidad, está dedicado a la magia del fútbol, palpable en noventa minutos en los que todo lo que parecía terminó en la nada, y los que no mostraban nada se quedaron con todo.

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Si a los 37 minutos de juego, con la gran definición de Gamarra, el resultado por fin reflejó la diferencia entre uno y otro equipo, todo lo que vino después fue una catarata de imprevistos, entre desaciertos y virtudes para desembocar en un resultado final que, a esa altura, no estaba en los planes de nadie.

La multitud de hinchas franjeados que fueron a Para Uno se dividían entre los insultos a Richard Ortiz, a Cuero, a la dupla central y a ese blanco cada vez más recurrente llamado Sergio Otálvaro.

Las pelotas perdidas por Mendieta generaban un murmullo de desaprobación, y el arquero Aguilar empezaba a convertirse en figura ante un Guaraní afinado como un violín.

De la Cruz y Marín se paseaban por la zona de Ortiz; Pittoni y Gamarra fabricaban paredes a cada instante, y la diferencia de velocidad entre uno y otro era tan llamativa como constante.

La mejor noticia para los de Garnero parecía ser el final de la primera etapa, pero Pittoni tuvo una acción difícil de entender ante un córner mal ejecutado por Mendieta, y el accidental empate franjeado marcó para siempre un quiebre en la historia del partido.

El fútbol es mágico, y aquellos que fueron dominados ampliamente empezaron a gobernar el juego. Imperiale cometió una falta innecesaria que dio paso al penal marcado por Mendieta para dar vuelta el marcador; el propio 10 y capitán amplió al ventaja pocos minutos después, y la noche como por arte de magia, se transformó en un baile franjeado ante un Aurinegro fantasmal, que parecía no poder creer cómo habían cambiado las cosas.

Sí, por arte de magia Cuero marcó su gol y se retiró ovacionado por aquellos que lo habían cuestionado seriamente, para dimensionar el gran giro que tuvo la historia entre dos de los grandes candidatos a pelear el Apertura.

Para Olimpia, significó la punta exclusiva; para Guaraní, el cierre de una semana para olvidar, entre la eliminación copera y los errores acumulados que permitieron el crecimiento de un rival al que lo estaba pisoteando futbolísticamente y terminó goleándolo sin piedad, por arte de magia.

federico.arias@abc.com.py

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