Sin experiencia ni conocimiento

Con el correr de las décadas, el Transchaco Rally fue formando un “grupo selecto” que se denominó Pioneros, por la participación de todos ellos en la mayoría de las ediciones. Uno de sus integrantes es el piloto Héctor Omar Risso, más conocido como “El Negro”, quien gracias a su carisma y don de gente fue ganando el cariño de los aficionados hasta convertirse en un ídolo del deporte motor paraguayo.

En plena competencia y salvando algún problema mecánico con el Ford.
En plena competencia y salvando algún problema mecánico con el Ford.

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En esta tercera entrega de las historias del Transchaco Rally (La carrera más emblemática), “El Negro” Risso nos cuenta anécdotas y vivencias de la prueba que ama y la disfrutó como protagonista en 43 ediciones de las 46 que se disputaron hasta el año pasado. Este piloto es uno de los pocos que como navegante en dos ocasiones (‘72 y ‘74 con Gerardo Planas con VW Escarabajo) y como piloto también en dos oportunidades (‘77 y ‘80 con Roberto “Catop” Di Tore con Ford Escort RS Cosworth).

–¿Qué recuerda Risso del inicio del Transchaco Rally?

–El inicio de la competencia fue en el año 1971, era un tipo de carrera en la que no teníamos la mínima idea de cómo correr y competir. Surgió gracias al señor Philip Bell, que vino con la idea y habló con la gente del Touring Club Paraguayo. Yo ya estaba participando de las competencias en esa época.

Había una carrera que llevaba el nombre de “Las seis horas de Shell”, se estaba iniciando la construcción del autódromo, y volvió a renacer el automovilismo en nuestro país, ya que antes venían autos de turismo de Argentina a realizar los shows. Recuerdo que se solicitaba el aeropuerto que se cerrara y allí se hacían las competencias.

–¿Cómo fueron las carreras al principio?

–Cuando comenzamos la aventura, no teníamos idea de cómo íbamos a preparar el auto, qué suspensión le pondríamos para encarar algo inédito para nosotros, qué repuestos llevaríamos en el auto, cómo haríamos la hoja de ruta, nada, no teníamos absolutamente nada. Era ir a ciegas y escucharle a la gente que siempre se iba de cacería al Chaco, recuerdo que íbamos a llevar todo lo que nuestros padres llevaban para ir de cacería al Chaco.

–En aquel entonces eran tres personas en el auto...

–Eran tres personas, pero nosotros nos fuimos dos junto con don Pedro Aldave, porque además en el auto teníamos que llevar de todo, los repuestos que teníamos que usar durante la competencia porque en ese entonces había muy pocos auxilios, teníamos que llevar todo lo necesario para subsistir unos días porque no sabíamos con qué nos encontraríamos en territorio chaqueño.

–¿Y cómo hacían para comer?

–Llevábamos nuestras comidas también en el auto, todo iba en el coche y eso hacía que pese mucho más de lo normal. Me acuerdo que teníamos en el auto el popular vaka’i, mortadela, galleta coquito en bolsa y agua como para varios días, porque si venía la lluvia nos quedábamos mucho tiempo más.

–¿Cómo se desarrollaban las clasificaciones?

–La clasificación se hacía a la mañana y a las diez de la noche ya estábamos partiendo rumbo al Chaco. Pasábamos por la avenida Artigas, que no estaba asfaltada en esa época, y allí varios de los pilotos ya rompían sus autos. Recuerdo que pasábamos a las dos de la mañana por Piquete Cue y a las nueve, aproximadamente, estábamos en Pozo Colorado. Imagínate, corríamos la clasificación a la mañana, y a la noche largábamos la competencia, cansados, pero felices por lo que hacíamos.

–Su primer triunfo fue en el 72, ¿qué recuerda de ese rally?

–En el año 1972 corrí con Gerardo Planás, con un Escarabajo (Fusca) y ganamos el Rally, la firma Diesa nos regaló un auto cero kilómetro, era la promesa del señor Carrizosa. Al año siguiente volvimos con Gerardo, pero la suerte a bordo del Escarabajito no fue la misma.

–Tuvieron problemas, ¿cuáles?

–Comenzamos a tener problemas con el diferencial, saltaba un diente, saltaba otro, íbamos a los golpes. En una de esas, el auto se empieza a quedar y había un fuerte viento de cola (sic). Cuando abro la puerta para empezar a empujar el auto, el viento comienza a soplar, entonces le dije a Gerardo que abra su puerta, y comenzamos a empujar y el auto tomaba velocidad gracias al viento y pudimos llegar a Nueva Asunción para reparar el auto.

–¿Cómo se produce el “traspaso” a Ford?

–Sí, eso se lo debo al señor José Pappalardo, confío en nosotros y nos envió a Inglaterra para ir en busca del Ford Escort que estaba participando en el Mundial de Rally. Ni siquiera jota sabía decir en inglés, pero fui y traje el auto.

–Desde esa vez van juntos de la mano Héctor Risso y Ford.

Exactamente, desde ese momento me casé con la marca, es más, siempre dije que nací defectuoso, porque tengo el corazón ovalado.

–¿Qué recuerda del Ing. Víctor Rubén Dumot?

–No, no lo puedo olvidar, siempre está muy presente en mis recuerdos, me emociona las veces que me acuerdo de él. Es el padre del Rally del Chaco, todo lo que es esta competencia se lo debe al Ing. Dumot, él era un piloto frustrado porque nunca corrió, pero era el que más estaba a favor de esta carrera. Era un dictador, porque cuando te decía que de esta forma se iba a llevar a cabo la carrera, se hacía de esa forma.

Lo extraño muchísimo. Le tuve un afecto muy grande al Ingeniero Dumot, y creo que fue recíproco, sin dudas se va a sentir su ausencia, pero la organización del rally está en muy buenas manos, vale destacar eso.

* Próxima nota: Suspensión del Transchaco Rally, su retorno y la presencia de Carlos Menen, en ese entonces Gobernador de la Provincia de La Rioja.

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