Rumbo a lo desconocido en el primer Transchaco Rally

Hablar de las primeras ediciones del Transchaco Rally nos remonta a un panorama totalmente distinto a lo que venimos observando en los últimos años. En la década del 70, la competencia se celebrada casi de manera artesanal, especialmente en lo que refiere a la preparación de los autos, la logística con que contaban los competidores e inclusive la solución de los problemas presentados en carrera.

Cruce de los autos en balsa en Piquete Cue a suelo chaqueño.
Cruce de los autos en balsa en Piquete Cue a suelo chaqueño.

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Con el pasar de los años, la experiencia adquirida en cada carrera ofreció la posibilidad de ir mejorando en el equipamiento de los autos, en la infraestructura para la reparación de los inconvenientes mecánicos, así como en la forma de sortear de manera exitosa las dificultades propias que presentaban los caminos chaqueños.

Un conocedor de lo ocurrido en esa primera edición y ganador en la categoría “A”, Pedro Federer, junto a Marcos Peña, con un Toyota 1000, había compartido con nosotros sus experiencias de esas duras luchas con el desconocimiento, los caminos y las exigencias propias del Chaco paraguayo.

¿Cómo era la logística durante la carrera?

Nosotros en esa época no teníamos auxilios, a nadie se le ocurrió luego tener un auxilio en la ruta, lo que sí teníamos era un taller en Mariscal, aunque la primera etapa terminaba en Nueva Asunción, entonces ahí iba una camioneta con dos o tres mecánicos para revisar el auto, lo básico, cambiar aceite, revisar un poco la suspensión, frenos, agua del radiador y cosas elementales como esas. La logística en cuanto a combustible, al final de cada etapa, quedaba a cargo del Touring, pero en carrera nadie tenía auxilios.

Por eso, los autos cuya capacidad daba para tres personas, llevaban al piloto, copiloto y un mecánico. Nosotros (con Marcos Peña) con un auto de 998 cc y espacio reducido era absurdo llevar el peso de una persona más, encima con un tanque de 80 litros, neumáticos, la relación peso potencia era totalmente desfavorable.

¿Cómo fueron las etapas de la primera edición?

Se largaba desde la plaza Uruguaya, bajábamos por Perú saliendo por Artigas, donde ya terminaba el asfaltado cerca del Botánico y desde ahí ripio hasta Piquete Cue, donde se cruzaba en balsa, al otro lado del río, en Villa Hayes ya largábamos. Toda la noche conduciendo hasta Nueva Asunción, en la estancia de Calvet donde era el final de etapa, ahí dentro había un pozo australiano donde todos los muchachos entraron a refrescarse porque estábamos muertos.

Aparte, en esa primera etapa hubo lluvias desde Pirahû o Pozo Azul, hasta un poco más allá de Mariscal. La siguiente etapa largaba de Nueva Asunción, íbamos hasta Enciso, luego Pozo Olga (104), Misión Santa Rosa, Mariscal, Montanía, Filadelfia y de nuevo Mariscal.

Desde Enciso hasta la 104, unos talcales terribles; si pasabas, pasabas porque era suerte y al que quedaba le empujabas, se ponía al costado y te seguía, había un arreglo más caballeresco. Existía un porcentaje bastante sano, un 75% manejaba esos códigos de colaboración. La tercera etapa era Mariscal, Montanía, Filadelfia, la Transchaco y Asunción. En esa época no se iba hacia el sur de la Transchaco, hacia General Díaz, por ejemplo. En ese entonces fueron casi tres mil kilómetros, de hecho que desde la largada hasta Nueva Asunción ya teníamos unos 700 kilómetros de entrada.

¿Cuáles fueron los problemas más generalizados durante la carrera?

Los problemas más comunes eran los llantazos, aunque nosotros particularmente en la tercera etapa rompimos la cañonera del diferencial, soldamos con eléctrica, pero no tuvimos tiempo de hacerla hermética, entonces se escapaba el aceite del diferencial. No había caso con eso, entonces conseguimos una grasera (un balde ovalado que arriba tiene una bomba), rompí el piso a la altura de donde está el puenteo del diferencial, saqué el puenteo y ahí conecté la manguera. Cada 100 kilómetros parábamos y le inyectaba grasa, que a medida que se calentaba se diluía y lubricaba, y así llegamos. Recuerdo que los otros autos tenían problemas de temperatura, radiador, ruedas, suspensión, casi los mismos inconvenientes que sufren hoy día los autos en el Chaco, salvando las distancias. Otra cosa que recuerdo era que a los Citroen 3CV, que tenían un piso independiente de la carrocería, juntaban dos pisos, lo soldaban para que sea más resistente, porque si no se partían.

El mayor problema de todos era que el guardabarros trasero de los autos se cargaba de barro, que con el calor se endurecían como ladrillos y la rueda ya no giraba, y con la fuerza del motor, muchos quemaban embragues. En cuanto a la comunicación, no existía más que la Antelco de Mariscal, donde íbamos todos a esperar turno. El teléfono a bobina, a través de la operadora, fue toda una experiencia inolvidable.

* Próxima nota: Los protagonistas comparten sus experiencias y anécdotas de las primeras ediciones.

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