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La conclusión de la investigación es que quienes vivieron más estrés de recién nacidos y, al mismo tiempo, recibieron menos contacto físico hasta la edad de 4 años y medio, tienen un perfil molecular subdesarrollado para su edad, lo que indica la posibilidad de que sufran “retraso” biológico. Lo mejor, entonces, es no retacear besos y caricias a los niños, desde que llegan a este mundo.