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La cita fue en el Teatro de las Américas del CCPA, donde un numeroso público, pero que no llegaba a llenar el sitio, disfrutó de la exquisita propuesta.
El uruguayo, de toque sensible y refinado, rompió el silencio que la gente le regaló con “Invierno porteño”. Luego de este “claro ejemplo de la admiración de Piazzolla a Vivaldi”, según contó el pianista a su atenta audiencia, siguió con “Chiquilín de Bachín”, destacando que Piazzolla siempre estuvo muy ligado a la poesía.
En medio de sus interpretaciones, Zeballos afirmó que es “un gusto grande estar por tercera vez en Paraguay”. Además de venir a tocar “lo bueno es que también vengo a visitar amigos que pude cosechar con estas visitas”, dijo.
“La última grela” y “El gordo triste” siguieron en el programa. Zeballos tiene esa ejecución que te hace sentir la tristeza de, por ejemplo, la última música citada. Te transporta y estruja el corazón. Dicha obra fue el homenaje a Aníbal Troilo, en cuya orquesta Piazzolla soñaba tocar y lo consiguió.
El tango es fuerte y juega con las emociones de uno, y eso transmitía Zeballos, quien siguió con “Contrastes” y “Jacinto Chiclana”. En un concierto en el que el músico consiguió retratarnos ese viaje por el Río de la Plata, no faltaron obras como “Balada para mi muerte”, “Balada para un loco”, entre otras.
También fue parte del repertorio “Recordando a Piazzolla”, homenaje que el compositor uruguayo Diego Legrand escribió para el gran bandoneonista argentino. Así no importó que todas las butacas no se hayan llenado, porque el espíritu de Astor Piazzolla abrazó con la delicadeza de Zeballos a los afortunados presentes en su recital.
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