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“Hamlet” es, sin lugar a dudas, un clásico de clásicos. La tragedia shakesperiana ha sido representada millones de veces en el teatro desde aquellos inicios de los años 1600, cuando fue dada a conocer. También fue llevada al cine varias veces. El célebre Sir Laurence Olivier interpretó a Hamlet en una inolvidable versión cinematográfica de 1948. Hasta Mel Gibson hizo el personaje en los 90. Incluso la gente común la identifica a partir de una frase inicial del célebre soliloquio del príncipe Hamlet: “Ser o no ser…”.
Según varios estudiosos de la obra de Shakespeare y en especial de “Hamlet”, lo que hace de esta una obra maestra es la fuerza dramática que le imprime el autor, que se manifiesta, por un lado, en los temas que aborda, como son el deseo de la venganza, la locura, la muerte, el incesto, el sexo y la lealtad, que por sí han generado una serie de discusiones a lo largo de los siglos y encendido las pasiones humanas en general.
Pero, por otra parte –alegan–, tal vez lo más destacable es la personalidad misma del protagonista. Frente al teatro clásico, que se centraba en los acontecimientos más que en los personajes, Shakespeare nos presenta a un joven atribulado por sus dudas existenciales acerca de la venganza, la muerte y el amor, y con una clara crisis psicológica y existencial que capta totalmente la atención del espectador, por encima de la trama. No en balde cualquier actor sueña con interpretar a semejante personaje tan complejo.
Los analistas afirman que Shakespeare fue un visionario, un precursor de las tendencias existencialistas que surgieron siglos después. La figura de Hamlet cautivó incluso al fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, que elaboró una teoría sobre su comportamiento.
Por otra parte, también se destaca la calidad literaria de “Hamlet”, en cuyo texto Shakespeare utiliza una serie de recursos literarios para la creación de la obra. Además de resaltar el monólogo como instrumento importante, es de los primeros en utilizar “el teatro dentro del teatro”.
Asimismo, es de señalar que pocas obras han generado tantas frases citadas a lo largo del tiempo en forma constante, tanto que incluso han sido utilizadas para dar nombres a otras obras.