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La obra, que se presenta en el Teatro Guaraní hasta hoy, lamentablemente dista mucho del nivel de calidad esperado.
El desafío que presenta el teatro musical es que los artistas puedan cantar, bailar y actuar en vivo. Así que resulta decepcionante ver a un elenco, conformado en su mayoría por cantantes profesionales, haciendo playback. Igualmente, se evidencia la necesidad de un mayor trabajo actoral en lo que respecta a la construcción de los personajes, ya que algunos intérpretes tienden a caer en lugares comunes y entregan interpretaciones poco creíbles.
Marcos Kasanetz interpreta a un Jesús un tanto histérico, que se pasa señalando a los demás con el dedo, durante casi toda la obra. Víctor Fleitas y Susana Zaldívar se desempeñan bien en los roles de Judas y María Magdalena, aunque requieren mejorar algunos detalles de sus movimientos en escena.
Joaquín Serrano tampoco termina de convencer en el rol de Caifás, mientras que Luis Villalba, Armando Medina, Jorge “Coco” Bordón y Lalo Monte entregan interpretaciones bastante aceptables.
De nada sirve presentar un espectáculo con buena escenografía, pantallas led y luces, si la calidad artística queda relegada a un segundo plano.