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El director James Gunn ha insistido en la fórmula. Un filme de gran impacto visual que divertirá a fanáticos y no fanáticos de la historieta y que refuerza la presencia de Marvel en el cine.
“Guardianes de la Galaxia” ha tenido éxito gracias a su receta exitosa: personajes carismáticos, humor y buena música rock. Un filme que se pensaba que iba a ser solo para los fans del cómic, pero que por la calidad de su historia fue mucho más lejos, sobresaliendo del círculo de los fans.
En esta segunda película no solo vemos crecer al pequeño Groot, sino que también se revela el origen de Peter Quill, el humano del siglo XX que ha ido a parar a este universo intergaláctico, como si fuera Buck Rogers o el mismo Flash Gordon. Chris Pratt cumple con creces este rol, que también le debe mucho al Han Solo de Harrison Ford.
Los inadaptados héroes rebeldes tienen una tarea que cumplir, ordenada por Ayesha, líder de la raza Soberana. Deben recuperar unas baterías, que están en las garras de un monstruo interdimensional. No cumplen del todo la misión y se ven obligados a escapar a un planeta, donde conocerán a Ego, el padre de Peter Quill.
Si en la primera película los personajes eran seres solitarios, pertenecientes a especies en desgracia y que fortuitamente se encuentran en una misma situación, en esta nueva historia deben fortalecerse como si fueran miembros de una familia. Esta es tal vez la aventura más arriesgada. Ese es el nudo principal de esta historia.
Al grupo inicial de Guardianes se unirán otros personajes, muchos de ellos, antiguos enemigos.
La película se inicia con mucha fuerza, pero toda esa acción disminuye a la mitad, retomándola nuevamente hacia el final. En ese sentido, tiene menos acción que la primera cinta. Eso no hace inferior a este segundo volumen, solamente distinto. Visualmente es muy atrapante. Es recomendable verla en 3D antes que en su versión 2D. Se trata de un filme de aventuras, con todas las de la ley, para pasar un rato divertido.
sferreira@abc.com.py