Para llorar a mares, pero sin abusar con la cursilería

Casi en cada stand de la Libroferia uno se encontraba con el libro “Bajo la misma estrella”, uno de los best-sellers juveniles de los últimos tiempos, en la categoría romántica, pero sin entrar en lo fantástico. La versión cinematográfica ha llegado pronto y de ver el cartel y leer la sinopsis, uno ya tuerce la nariz de que se encontrará con un producto melodramático. Y sí, así es, pero la segunda película de Josh Boone se salva por ser un producto honesto y emotivo. Para llorar a mares, pero sin ser una historia melosa y excesiva.

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Es la historia de amor entre dos jóvenes con cáncer. Ella no se puede despegar de su tanque de oxígeno, y él tiene una pierna ortopédica. Se conocieron en un grupo de ayuda para pacientes de cáncer y la atracción es mutua. Lo bueno de la película es que, antes que nada, lo que prevalece en el relato es que ellos son jóvenes antes que enfermos terminales. Claro, no se ahorra en su cuota de tristeza, hasta es cursi. Pero se mantiene honesta. No es “Crepúsculo”. El filme funciona como una apuesta a la vida, a pesar de que uno puede ser una granada (como se describe la protagonista Hazel, encarnada por la joven Shailene Woodley). Pero mientras no explota, ¿qué hacer? ¿Esperar sentada la explosión?

sferreira@abc.com.py

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