Nuevas miradas a la ciudad de Asunción

Como cada domingo, la Bienal de Asunción propone hoy salir de la capital. La programación del día invita a la proyección del documental “Ogwa, memoria de un pueblo”, a las 15:00, en el Centro Cultural del Lago. La entrada es libre y gratuita.

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El referido filme de 26 minutos retrata al fallecido artista plástico chamacoco Flores Balbuena, Ogwa.

En este mismo lugar, en el marco de la Bienal de Asunción se inauguró una exposición de pinturas y fotografías de artistas originarios del Chaco.

Para los que se quedan en Asunción, la bienal propone una serie de exposiciones e intervenciones artísticas realizadas en diferentes lugares de la ciudad. Más que nada, la BIA ha buscado llamar la atención sobre diferentes lugares de la ciudad, ya sea casas, museos, negocios, etcétera, que en el día a día pasan inadvertidos pero a través de la bienal han sido enfocados.

En la Plaza Uruguaya, el artista uruguayo Diego Masi realizó una intervención en la escultura del prócer José Gervasio Artigas. Ubicó una luz en el sombrero que sostiene la estatua en la mano, así como también le dotó de sonido.

“El sombrero se transforma en una suerte de llamador desesperado, que en oposición al del bronce oscuro del monumento, busca recuperar temporalmente el diálogo con las nuevas generaciones. Con esta modificación se intenta desdramatizar y reducir la solemnidad que traen estas esculturas, llevándolo hacia una estética más contemporánea en una nueva búsqueda de significados”, señala Masi.

La intervención, que durará hasta el fin de la bienal, busca redescubrir cómo una población se relaciona con su historia, sus monumentos, y convive con ellos junto a los cambios políticos, sociales y tecnológicos del siglo XXI.

En la Embajada Argentina, el artista santafesino Guillermo Vezzosi ha montado la obra “Estructuras de la memoria”, realizada con tejido de alambre de aluminio anodizado y color.

“Yo siempre he dibujado, y con esto salgo del contorno del papel, dibujo en el espacio”, señaló a este diario.

El artista se cuestiona cómo podemos contener lo que se escapa por las consecuencias indirectas de nuestro accionar; y con esta obra propone una respuesta: los trazos, el vestigio de lo que fue y ya no será. Estructurar el presente en una serie de trazos que den constancia de lo que perdimos, es la forma de decir lo que aquí estaba.

“La gente puede quedarse junto a la obra, que va cambiando según la luz del día. Cuando llegué a Asunción, me enamoré de la fuerza de la naturaleza y propongo pensar qué ha sido este lugar antes de convertirse en el jardín de la Embajada”, manifestó.

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