Cargando...
–¿En qué situación quedó el Paraguay tras la Guerra contra la Triple Alianza?
–Las instituciones del Estado habían prácticamente desaparecido, la falta de recursos económicos fue un cruel escollo que los sobrevivientes tuvieron que enfrentar. La carencia fue tal, al punto que algunos periódicos, después de tres años de finalizar el enfrentamiento, seguían informando el total abandono de zonas aledañas a la misma Asunción.
–¿Cuáles eran las condiciones políticas, entonces?
–A pesar de redactarse una constitución de carácter liberal en 1870, que naturalmente permitió ejercer libremente todo tipo de actividades, la acción política se ensombreció con los intereses de caudillos que muchas veces estuvieron patrocinados por Argentina o Brasil.
–¿Cuáles eran los compromisos del Gobierno en esa circunstancia?
–Sobre todo mejorar la situación financiera del país. Uno de los recursos para adquirir dinero fueron los empréstitos, mas fueron dilapidados por los responsables en la operación financiera. Ese fracaso determinó que los siguientes gobiernos recurrieran a la venta de tierras públicas.
–¿Qué influencia tenían las tropas invasoras?
–Su influencia les acreditaba a los gobiernos paraguayos de turno permanecer en el poder. Esos gobiernos debían esforzarse también por atraer la inmigración, además de firmar los tratados de paz y comercio con los países de la Triple Alianza.
–¿Si la Constitución no lo permitía, cómo el presidente Cirilo A. Rivarola disolvió el Congreso en 1871?
–El presidente Rivarola estuvo fuertemente influenciado por uno de los personajes más influyente de esa década, su entonces ministro de Hacienda Juan Bautista Gill, quien fue sometido a juicio político por el Congreso; pero Rivarola procedió a disolver violentamente el Congreso antes que destituir al ministro Gill.
–En aquel entonces existía el temible Batallón Guarará, ¿qué era eso?
–El batallón Guarará estuvo compuesto por delincuentes despiadados. Su función fue amedrentar a los disidentes del Gobierno. Este grupo se solventó con las gestiones de Juan Bautista Gill, lo que demuestra cabalmente hasta dónde llegaban las ansias de mando de los protagonistas políticos de esa década.