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La historia, como las demás películas de Sparrow, es una ensalada de cosas. Puede que la parafernalia de la producción haga perder el rumbo de la trama, pero el espíritu descarado que caracteriza a las aventuras del pirata encarnado por Johnny Depp sigue intacto.
En esta película conocemos al Jack Sparrow joven, cuando era un jovenzuelo que logra engañar al peligroso cazador de piratas Salazar, quien termina atrapado en el Triángulo de las Bermudas. Pero vuelve a escapar, convertido en un fantasma terrorífico cuyo objetivo principal es el excéntrico filibustero. Bardem suma otro villano a su carrera, que ya incluye a varios personajes inolvidables del cine.
Para enfrentar a Salazar, Sparrow debe encontrar el Tridente de Poseidón. Tendrá la ayuda de una chica y un joven marino, el hijo de Will Turner (Orlando Bloom) que, como los que vieron las películas anteriores, quedó a cargo del barco fantasma “El Holandés Errante”.
Y ese es un juego interesante que hace esta saga: la mezcla de mitos de diversas épocas y fuentes: el Triángulo de las Bermudas, una leyenda moderna, con algo clásico como el poderoso Tridente de Poseidón, y el mito marino de la nave que navega eternamente sin tocar tierra: “El Holandés Errante”. Esa mezcla se hace con tal desparpajo que suena divertido. Lo importante es la aventura, alma de las historias de piratas. Y la saga de Sparrow ha sabido hacerlo con tal tino que ha logrado resucitar un género que creíamos archivado en los años de Errol Flynn.
Los cineastas Joachim Rønning y Espen Sandberg (directores de la excelente “Kon Tiki”) han creado una película de mucha acción, pero que en momentos se van de mambo con toda la parafernalia, de hacerlo todo exagerado. Pero ese es el sello del productor Jerry Bruckheimer, verdadero artífice de esta saga. Los gags, muchos estirados del mundo del rock, permean la historia y hace que pasemos volando unas dos horas de diversión.
sferreira@abc.com.py