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–¿Carlos Antonio López utilizó políticamente a la Iglesia?
–Visto desde nuestros ojos, de siglo XXI, diríamos que sí, pero si nos ubicamos en el contexto, López tenía una idea de Estado Nación clara, y la Iglesia tenía que formar parte de ese Estado. Era todo un conjunto de políticas. El Estado aún era el Patrono de la Iglesia y los curas al ordenarse o el obispo mismo tenían que jurar defender la Constitución y no atentar contra los gobernantes.
–Todo estaba muy unido…
–Así es; era un Iglesia para una Nación
–¿Y qué pasó con Francisco Solano López?
–Francisco Solano continuó la misma política de su padre, y apenas asumió propuso al Vaticano el nombre de Manuel Palacios como obispo auxiliar.
–Al que luego mandaría fusilar…
–Sí, pero eso ocurrió seis años después, guerra mediante. Ellos habían sido condiscípulos durante sus estudios y se conocían bastante. Y de hecho, como el obispo Urbieta estaba muy enfermo, Palacios era el que se ocupaba de la diócesis.
–¿Y el padre Maíz?
–Fidel Maíz era una de las personas más cultas de la época; entre sus libros había obras de Rousseau y otros pensadores franceses. Incluso tenía un retrato de Martín Lutero. Pero cayó prontamente en desgracia.
–¿Por qué?
–Según su testimonio, porque quería que se reformase la Constitución de 1844. Entonces López lo puso preso y el obispo le hizo un juicio canónico. Fue acusado civil y canónicamente. Así estuvo casi cuatro años preso.
–¿Cómo se liberó?
–Días antes de la batalla de Curupayty los mandó traer Francisco Solano a él y otros presos y los ubicó cerca del frente. Si se perdía la batalla, ellos morirían. Por suerte para Maíz se ganó. Al tiempo quedó libre y Maíz hizo un discurso con loas al Mariscal López agradeciendo la libertad.
–¿Y la muerte del obispo Palacios?
–Esa es una de las páginas más tristes de la historia de la guerra.
–¿Pero hubo una conspiración? ¿Estaba el obispo metido en ella?
–Unos historiadores dicen que sí, otros lo niegan. A mí, y viendo la documentación, me resulta evidente que hubiese gente de la élite, entre ellos los hermanos del Mariscal, ministros y el obispo, que no estaban de acuerdo con la guerra y querían un cambio en la política del Mariscal. Ahora, que hubiese un plan concreto de asesinarlo, lo dudo.
–Una vez que Francisco Solano tomara conciencia de dichos comentario, rumores, posicionamientos, ¿qué tendría que haber hecho?
–O daba un paso al costado o les hacía juicio.
–Pero no parece que haya sido un juicio justo.
–No, ciertamente no lo fue, no hubo defensores para los acusados y muchas de las declaraciones fueron conseguidas bajo tortura.