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La crónica de este proceso es expuesta por el periodista y escritor Bernardo Neri Farina en su libro “El golpe del 4 de mayo de 1954”, que aparecerá el domingo 31 con el ejemplar de nuestro diario como volumen número 15 de la Colección Guerras y violencia política en el Paraguay, de ABC Color y la editorial El Lector.
De acuerdo con el libro, el presidente Chaves buscó refugio en el Colegio Militar, cuyo director era el general Marcial Samaniego, camarada y amigo de Stroessner. Cuando Chaves quiso hacer prevalecer ante Samaniego su condición natural de comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas (cargo que había delegado en Stroessner), el capitán de Infantería Isaías Barreto le comunicó la mala nueva: “Su excelencia, usted está preso”.
Stroessner consumó su golpe apurado como consecuencia de la debilidad notoria del gobierno de Chaves y de la anarquía reinante en el país. Lo respaldaron los militares (fue un golpe exclusivamente castrense) cansados del caos creado por los políticos y hartos de ser utilizados por los civiles para sus aventuras de poder desde la finalización de la guerra civil de 1947. Querían que un uniformado, específicamente Stroessner, tomara finalmente el gobierno.
La Junta de Gobierno del Partido Colorado deseaba la renuncia o la destitución del presidente Chaves, quien había perdido toda autoridad. Por eso apoyó finalmente el golpe de Stroessner. Se puede deducir con toda seriedad que si la ANR no apoyaba a Stroessner, este no iba a dudar en armar un gobierno enteramente militar.
Tras derribar a Chaves, Stroessner pasó a ser dueño de la situación. Sin embargo, en un primer momento no estaba en el pensamiento de las autoridades coloradas elevar a la Presidencia de la República al General o a sustentar una posible candidatura suya.
Entre el 5 y el 8 de mayo de 1954, posterior a la caída de Federico Chaves, el país vivió sin Presidente y se produjo una grave crisis que hizo presagiar más derramamiento de sangre del que ya había habido en la jornada del 4 de mayo, día del golpe.
Stroessner pidió a Tomás Romero Pereira, veterano de las luchas coloradas y presidente de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, que gestionara la solución política de la crisis. Los colorados creyeron entonces que Stroessner dejaba a su cargo la elección del candidato que debía concluir el período constitucional de Gobierno del “renunciante” presidente Chaves. No se les pasó por la mente que Stroessner sólo quería el apoyo unificado de la Junta para él, para que él fuera el candidato de consenso del Partido Colorado con miras a ser instalado en la Presidencia de la República.