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Ha llamado la atención de esta entrega el sexto libro de esta colección, un capítulo referido a una actividad frecuente de muchos conciudadanos: La búsqueda de “tesoros ocultos”, la “plata yvyguy reka”.
Una práctica que ha formado parte de muchas leyendas populares y todavía hoy es parte de comentarios y tertulias de muchos aficionados.
El capítulo mencionado aporta datos sobre algunas de las acciones militares del 70, las que dieron pábulo a estas creencias: la misión del vicepresidente Sánchez para salvaguardar los tesoros del Estado cuando el abandono de Asunción en 1868; o la misión de los coroneles Juan Bautista Delvalle y Gabriel Sosa, encargados de transportar los bienes del Mariscal y del Ejército en retirada, a través de los confines del Paraguay. Así como también se menciona la instalación del ejército de los brasileños en la abandonada Asunción y la rapiña que siguió en los días siguientes, habiéndose constituido los soldados del Imperio en los primeros buscadores de tesoros y tal vez de los pocos que hayan tenido éxito.
En cuanto a la historia de los personajes y en el capítulo correspondiente, se destacan las referencias sobre las andanzas de Regino Vigo, exoficial del ejército licenciado tras la Guerra del Chaco que –de acuerdo a los testimonios– asoló las campiñas de Ka’asapa con actos de cuatrerismo, asaltos, raptos de mujeres y enfrentamiento permanente con el escaso número de representantes de la autoridad en aquellos parajes. Tanto que se requirió del envío de un regimiento de caballería para terminar con la banda de Vigo. Esto sucedía en marzo de 1943.
En el mismo capítulo se describe la historia del coronel Albino Jara: hombre de acción, gimnasta, seductor y medularmente golpista. Un militar que no dudó en sacrificar lealtades y amistades en procura de sus ambiciones de poder, habiendo tenido –lamentablemente– para sus acciones el apoyo de gente esclarecida que pudo haber puesto coto a los desbordes de este militar, pero que, gracias a “sus virtudes” y con el apoyo de estas amistades, llegó a ocupar el sillón presidencial desde enero hasta junio de 1911.
Finalmente, y después de participar en otra asonada contra el gobierno de entonces, Jara es herido en Jukyry, cerca de Paraguarí, capturado en Aka’ái y llevado nuevamente a Paraguarí donde muere devorado por la gangrena en 1912.
Esto es parte de las lecturas que ofrece el libro que se publica mañana.