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El libro aparecerá mañana domingo con el ejemplar de nuestro diario, como octavo título de la colección “A 150 años de la Guerra Grande”, de ABC Color y El Lector.
Verón se refiere al contenido de su obra.
–¿Cuál era la situación de la Sanidad Militar en el Paraguay antes de la guerra?
–Podemos considerar que la situación era aceptable, si bien nunca, en una situación bélica, se puede decir que suficiente.
–¿Qué factores fueron importantes para nuestra Sanidad?
–Los conocimientos populares de origen indígena fueron muy útiles, además de la presencia de un calificado grupo de médicos y farmacéuticos ingleses, contratados por el Gobierno, y la creación de una Escuela de Medicina que funcionaba en Humaitá fueron de gran utilidad para enfrentar las circunstancias de un estado de guerra.
–La botánica guaraní fue una contribución importante.
–Indudablemente. Cuanto más se prolongaba el conflicto, las carencias fueron suplidas por el saber popular heredado de los indígenas.
–En el tema sanitario, ¿estaban mejor los aliados o el Paraguay?
–El Paraguay tenía una mejor organización de su Sanidad, con profesionales e idóneos de excelente formación, hospitales y centros de tratamiento ubicados en el frente y hospitales de sangre en Asunción, ciudades vecinas y en cuarteles de reclutamiento. Los aliados estaban supeditados a actuar en territorios alejados de sus centros y sus heridos y enfermos graves, previos primeros auxilios, debían ser evacuados a Corrientes, Rosario, Buenos Aires o Montevideo. En el caso argentino podemos afirmar que su ejército tuvo un excelente sistema de atención y evacuación por medio de coches ambulancias.
–¿Qué política implementó el gobierno paraguayo en materia sanitaria?
–Fue de suma utilidad la contratación de profesionales europeos –ingleses, sobre todo; franceses, suecos–, así como la formación de unos 150 jóvenes adiestrados en los rudimentos del tratamiento de enfermos –muchos se destacaron como importantes cirujanos–, así como la oportuna creación de hospitales, antes y durante la guerra. Paraguay tenía, entre médicos, idóneos y practicantes, unas 230 personas, más unas 200 enfermeras. A esto hay que agregar las mujeres que acompañaban al Ejército, las Residentas.